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Pérez-Reverte, en una entrevista publicada el lunes pasado en El Mundo, lo explica muy claro:
“Un país en el que un maestro se siente humillado porque le llamen así y prefiere que se refieran a él como docente no merece tener la lengua que tiene. Es como si tuviéramos un capital enorme y lo tiráramos por la ventana, lo perdiéramos”.
Al hilo, dos preguntas correctísimas:
1- ¿Cómo es posible que el virus del lenguaje políticamente correcto, una trampa reaccionaria inventada en Estados Unidos para justificar los excesos de fondo a través de las formas, se haya implantado así en la sociedad española? Lo peor es que la moda llega ampliad@ y mejorad@ con ese horror de arrobas para todos y para todas que sólo sirven para cargarse una de las normas básicas del lenguaje: la concisión. Aún no salgo de mi asombro tras visitar la web de la autodenominada Federación de Mujeres Progresistas. Dicha ONG -alucina, vecina- tiene habilitada una línea de teléfono de pago (905 502 018) para denunciar lenguaje sexista. Pasen y vean.
2- ¿Por qué los partidos nacionalistas y gran parte de la izquierda huyen de la palabra España como si fuera la peste y prefieren usar la denominación Estado Español? No deja de ser irónico que este término sea un inventó de Franco, que no podía llamar oficialmente a España ni república ni reino por razones obvias.
Como decían los electroduendes: si no quieres ser como est@s, lee.
Ignacio Escolar | Junio 16, 2003 02:23 AM
Creo que no veía un rosa tan insoportablemente fosforito desde que tenía una CGA en mi PC...
La Virgen, es impresionante!!!! No es sólo que los argumentos que exponen se caigan por si solos al mínimo análisis, sino que además realizan una apología constante de la delación y la "autocrítica" al más puro estilo de los Procesos de Moscú. ¿En serio creerán que todo aquel que haya contado alguna vez un chiste machista merece la horca? En caso de que sea así, aviados estamos, compañeros... Y sí, el rosa fosforito daña a la vista.
Apostillo: cuando en plural decimos, por ejemplo, «estamos todos», aunque todos incluya mujeres, no es masculino. Es neutro. Lo que ocurre es que al pasar del latín al castellano se perdía la última consonante y la u final se hacía o, por lo tanto, las palabras neutras, como por ejemplo «fatum», fueron asimiladas por el masculino (que en latín terminaba en -us). De ahí que hablemos de «el hado», en vez de llamarle «lo hado» o algo por el estilo.
Y el rosa ese no tiene perdón de dios.
No recuerdó en qué curso fue intentaron inculcalmer ese conjunto de chorradas a la hora de escribir. Tengo que reconocer que me picó la curiosidad, por probar, experimentar, hacer juegos de palabras, yo qué sé. Nunca por pensar que así arreglaría todos los problemas y diferencias que puedan existir entre hombres y mujeres.
Lo cierto es, que tentada por el uso correcto del lenguaje y por el juego que a veces da para tardar más en decir lo que puedes decir con menos palabras, una vez escribí en un artículo "los y las estudiantes...." . No sé que más contaba, pero el resultado fue que me tacharon de roja y progresista, y al cabo de dos semanas no sé qué más escribí y me acusaron de catalanista. Nada escandaloso, de eso estoy segura.
En fin, que lo que yo quiero decir es que se le quiere dar una importancia desmesurada a todas estas tonterías que más que enriquecer el idioma, lo que hacen es enredar, ensanchar, enturbiar, confundir.
Aunque a veces, a consciencia, pueden servir para algo.
No recuerdó en qué curso fue intentaron inculcarme ese conjunto de chorradas a la hora de escribir. Tengo que reconocer que me picó la curiosidad, por probar, experimentar, hacer juegos de palabras, yo qué sé. Nunca por pensar que así arreglaría todos los problemas y diferencias que puedan existir entre hombres y mujeres.
Lo cierto es, que tentada por el uso correcto del lenguaje y por el juego que a veces da para tardar más en decir lo que puedes decir con menos palabras, una vez escribí en un artículo "los y las estudiantes...." . No sé que más contaba, pero el resultado fue que me tacharon de roja y progresista, y al cabo de dos semanas no sé qué más escribí y me acusaron de catalanista. Nada escandaloso, de eso estoy segura.
En fin, que lo que yo quiero decir es que se le quiere dar una importancia desmesurada a todas estas tonterías que más que enriquecer el idioma, lo que hacen es enredar, ensanchar, enturbiar, confundir.
Aunque a veces, a consciencia, pueden servir para algo.
Se me ocurren muchas webs que denigran a las mujeres -y más con la sensibilidad hacia el tema que deben de tener estas mujeres progresistas-, pero si llamo me va a salir por un ojo de la cara.
Y que decir de la clase judicial: esos cuervos para la democracia, cuya única - ilustrísima - función viene a ser satisfacer sus instintos, los más sublimes y los más perversos, despojando/nos al género de bienes, cariños, presencias... en virtud de la progresía... llegará la venganza, señorías.