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Gracias a los perfiles políticos de Manuel Vicent en El País (sin enlace, lo sentimos por su page rank) he descubierto que Esperanza Aguirre está casada nada menos que con Fernando Ramírez de Haro y Valdés, conde de Murillo, grande de España y dueño de enormes latifundios agrícolas. Y yo que pensaba, ingenuo de mí, que la nobleza rancia ni se dignaba a entrar en política. A falta de mejores herramientas, le he preguntado a Google sobre la pareja y he encontrado un interesante artículo que publicó hace unas semanas El Siglo sobre el misterioso patrimonio de la candidata popular a la Comunidad de Madrid. ¿Para cuándo un reportaje fotográfico, al estilo Hola, sobre el palacete de tres plantas de Espe?
Buscando un nuevo fondo de escritorio para mi ordenador he llegado a una de las páginas de propaganda electoral más aberrantes que recuerdo: el PP extremeño. Salvapantallas, fotos discretas para tu escritorio e incluso una calculadora virtual con el logo pepero. Todo para ti, joven nacional.
Casi que mejor me quedo con la web de Mary Carey, la pornocandidata californiana (la culpa es de Enron, que las viste como putas).
El economista estadounidense Robert Kuttner repasa en The New York Times las causas ocultas del apagón que estos días han sufrido Estados Unidos y Canadá. Su conclusión, sencilla y ya conocida por los sufridos españoles que aquí padecemos a la oligarquía eléctrica: la desregulación. Si se deja al libre mercado un sector tan estratégico como el eléctrico lo que se consigue son precios más altos para los consumidores por un peor servicio. A las compañías eléctricas no les sale a cuenta estar preparadas para el máximo pico de consumo porque no renta invertir en una infraestructura que sólo se utilizará al cien por cien un par de días. El artículo está en inglés en la web del New York Times y en español en la edición de hoy de El Mundo (también en su web de pago).
En California saben también qué pasa cuando se deja un sector tan delicado al egoísmo empresarial. La factura eléctrica se multiplicó por tres tras la liberalización y tampoco se libraron de apagones.