Me manda Antonio un curioso test de una web estadounidense que sirve para conocer tu ideología política. A mí me sale “left liberal”, básicamente porque estoy a favor de las libertades individuales pero defiendo cosas como la sanidad pública, el sueldo mínimo o los impuestos. Resulta curioso qué entienden los estadounidenses por “izquierda” y la trampa del test –hecho por “libertarians” estadounidenses– está en dónde se sitúa el centro. Sin embargo, es preocupante cómo los ejes políticos yankees están también calando en la sociedad española de la mano del Partido Popular.
Por ejemplo: hace unos días, Rodrigo Rato defendía abandonar el dato de inflación en la negociación colectiva a favor de “otros factores, como la competitividad o los beneficios empresariales”. Es decir, Rato propone renunciar a otro mínimo más que los trabajadores han ganado después de siglo y medio de pelea con la patronal: que los sueldos no bajen en relación al coste de la vida.
En realidad, ya es casi una lucha perdida. Desde el momento en que el Gobierno saca y mete productos en la cesta mediante la que se calcula el dato de inflación (el IPC) para que el resultado salga lo más bajo posible, los trabajadores, que renegocian colectivamente cada año sus sueldos en función a este factor, ganan cada vez menos en euros reales. Un ejemplo: el peso de la vivienda en el IPC (sumando el coste en agua, gas y electricidad) sólo es del 10,68%. Sin embargo, la realidad es que el gasto en vivienda, que se ha duplicado en los últimos años, supone para la media de las familias españoles muchísimo más que este pequeño porcentaje. ¿Quién paga hoy un piso con el 10,68% de su salario? ¿Por qué no se adecua la cesta del IPC al coste real de la vida? ¿Cómo sería el dato de inflación si la vivienda ponderase lo que de verdad pagamos por ella?
El sueldo mínimo, ese que “crea paro” a ojos de los liberales, sigue existiendo en España, pero su función es sólo testimonial. Hoy es como el apéndice, un órgano inútil de una función pasada que se eliminará quirúrgicamente si algún día provoca molestias a los empresarios. Ahora está en 460,20 euros al mes –¿Quién vive con eso?–. Pero el enorme abanico de posibilidades laborales basura por debajo de esta ridícula cifra –becas, contratos a tiempo parcial o por obra, ETTs y demás– lo convierten en una molestia menor para los intereses económicos. Preocupa tan poco que ni siquiera merece la pena suprimirlo.
En cuanto a la sanidad pública, en claro deterioro durante los últimos años, llama la atención que muchos discutan la supuesta poca efectividad del estado para curar (o educar) a la gente, pero nadie critique su eficacia a la hora de matar. Dicho de otro modo, ¿por qué los liberales abogan por una sanidad privada pero no cuestionan que el ejército sea público?
“Entendería la oposición de Maragall si habláramos de vino, porque bebe muchos hectolitros al día”.
Ramón Luis Valcárcel, presidente de Murcia.
“El PSOE ha pactado en Cataluña con asesinos e irá con asesinos en la candidatura al Senado”.
Julia García-Valdecasas, ministra de Administraciones Públicas.
“Si se pone en riesgo la estabilidad institucional y se revisan las reglas de juego, que nadie piense que las cifras de crecimiento, de inversión o la garantía de pensiones van a seguir en España como hasta ahora, porque eso no va a ocurrir”.
José María Aznar, presidente del Gobierno.
La estrategia de silencio que estaba siguiendo Mariano Rajoy en la campaña electoral –con esas ruedas de prensa sin turno de preguntas y renunciando al debate televisado entre candidatos– no era casual. Desde el Partido Popular consideran que su mayor riesgo en estos comicios pasa porque muchos votantes potenciales del PSOE –hoy, en la abstención– vayan a las urnas. No porque Zapatero les convenza. Si ZP no lo ha logrado ya, difícil parece que lo consiga durante las dos próximas semanas. En el PP temen que una actitud demasiado agresiva puede despertar a ese decisivo sector de izquierdas del electorado para votar a la contra.
Me ha llegado el análisis de un experto en comicios que estudia tendencias electorales desde los tiempos de la UCD. En su opinión, el PP tiene mayoría absoluta si la participación no supera el 75%. Entre el 75% y el 80%, Rajoy conseguiría mayoría simple y, si más del 80% de los votantes van a las urnas, Zapatero tendría la posibilidad de gobernar. Según este experto, el baile de diputados en varias provincias –que han ganado o perdido un escaño por población– favorece al PSOE. Con los mismos resultados de 2000, que fueron muy malos para los socialistas, Zapatero ganaría cuatro escaños más gracias a este nuevo reparto.
Las últimas declaraciones de Valcárcel, Valdecasas, Trillo y el propio Aznar azuzan este peligroso fuego. La duda ahora es si Rajoy seguirá los consejos futbolísticos del actual presidente –el equipo que sale a empatar, pierde– o si por el contrario, tras estas sonoras meteduras de pata, volverá al perfil bajo de las pasadas semanas... hasta la siguiente entrega del culebrón Carod.
El diario La Razón publicó este sábado el siguiente artículo: La mitad de los usuarios de videojuegos admite que tiene problemas familiares y bajo rendimiento escolar. A pesar de ser un reportaje destacado en la portada del día 21 de febrero de 2004, todos los datos salen –noticias frescas– de un estudio del año 2002, un detalle suficiente como para descalificar el trabajo sin entrar en más discusión. Pero como me cabrea que me llamen adicto asocial con tendencias agresivas por jugar con los matamarcianos, me tomaré algo más de tiempo. A continuación, corto, pego y comentó el artículo en cuestión.
El texto del reportaje está en cursiva. Mis anotaciones, en las cajas.
La mitad de los usuarios de videojuegos admite que tiene problemas familiares y bajo rendimiento escolar
Los jóvenes de entre 14 y 18 años prefieren los salones recreativos a la discoteca, según un estudio
La pasión por los videojuegos preocupa. Nadie sabe dónde está el límite entre afición y adicción. Lo que sí se sabe es que el 58,5 por ciento de los jóvenes españoles de entre 14 y 18 años dedica mucho tiempo a esta práctica. Uno de cada cuatro adolescentes admite que juega más de 2 horas al día.
Cristina Trujillo - Madrid.-
Absentismo escolar, dificultad para mantener relaciones interpersonales satisfactorias, discusiones con los padres, pérdida de horas de sueño... Problemas y más problemas. ¿Es la afición a los videojuegos una alternativa de ocio o es una adicción muy bien disfrazada?
Cada vez es más habitual escuchar: «Hoy me quedo jugando a la videoconsola». También lo es oír a alguien narrando sus peripecias pasando no sé qué pantalla de no sé qué juego en un tono casi épico. La cuestión es sencilla: ¿divierten o enganchan? Los últimos estudios, que versan sobre el creciente y boyante mercado del videojuego y sobre el perfil tipo de los individuos que dedican su tiempo a jugar, revelan datos alarmantes.
Así, «Jóvenes y videojuegos. Espacio, significación y conflictos», desarrollado por el Instituto Nacional de la Juventud, Caja Madrid y la Fundación de Ayuda contra la drogadicción, asegura que el 58, 5 por ciento de los jóvenes españoles de entre 14 y 18 años son jugadores de videojuegos. Añade que el 42, 2 por ciento de ellos juega con una frecuencia mínima de tres días por semana y, uno de cada cuatro emplea más de dos horas diarias en esta actividad.
Aunque ya ha pasado mucho tiempo desde este viejo estudio, tampoco está de más preguntarse otra vez qué hacía la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción estudiando los videojuegos y por qué escogió este campo en lugar del sexo, la televisión, el fútbol, la lectura de prensa, los toros o el ganchillo de cruz. El hecho de que la FAD elija el tema ya presupone un resultado: esto engancha... como cualquier cosa que proporcione placer al cerebro, por otra parte.
Muy preocupante es, también, el hecho de que el porcentaje de jóvenes que se tiran horas delante de una máquina (26,6%) y el de los que se dedican a leer cómics o novelas (30%) es casi el mismo.
En cuanto a la elección de actividades que se llevan a cabo fuera de casa, el estudio resalta que el 9 por ciento de los chavales prefiere meterse en un salón recreativo, frente a un 4,9 por ciento que va al cine o un 5,3 que prefiere pasar el rato en una discoteca. El estudio revela que la edad de iniciación a esta adicción es temprana. Ronda los doce años aunque hay casos prematuros que reconocen haber comenzado a «viciarse» a la edad de diez.
Además, el número de adolescentes que se «engancha» a este tipo de actividad crece a medida que su hábitat, el núcleo de población en el que vive, es más reducido. Así, en los pueblos de menos de 5.000 habitantes es más habitual que los jóvenes se encierren y disfruten, a solas, de una partida en su videoconsola.
Los individuos que focalizan su atención única y exclusivamente en llevar a cabo esta práctica son adolescentes y hombres. Las mujeres, al menos de momento, no muestran el más mínimo interés. Si se profundiza en el quién, el cómo y el porqué de la cuestión se extraen una serie de conclusiones que no tienen desperdicio. Así, dependiendo de la profundidad y el buen funcionamiento de sus relaciones con el resto de la gente y teniendo en cuenta el carácter de cada uno, se puede saber cuál es la temática del juego por el que se decantará. Por ejemplo, los juegos de rol son elegidos por personas cuyas relaciones personales no funcionan; los de deportes son propios de gente extrovertida que mantiene buenas relaciones con la familia; por otra parte, y en lado de la balanza que más controversia despierta, se sitúan los juegos de combate que son los preferidos por personas con un componente agresivo elevado.
"Las películas de fantasía son elegidas por personas cuyas relaciones personales no funcionan; el fútbol es propio de gente extrovertida que mantiene buenas relaciones con la familia; por otra parte, y en lado de la balanza que más controversia despierta, se sitúan las películas de acción que son las preferidas por personas con un componente agresivo elevado."
Abstracción, autoexclusión... son algunos de los problemas. Otros afectan a las relaciones y al rendimiento escolar. Así, casi el 50 por ciento de los jóvenes jugadores reconoce haber tenido algún encontronazo debido a su adicción. El 21, 4 por ciento ha sufrido alguna bronca en el entorno escolar; el 20,6% discute con sus padres;
el 15,3% duerme menos de lo debido por jugar;
y el 14, 3% ha olvidado algún compromiso, lo que le ha ocasionado una pelea con amigos.
Este ministro es un cachondo; arsa, qué gracia. Federico "dame un euro" Trillo imita a Guerra, a González y, con otro chiste, mete al país en un conflicto diplomático con Marruecos. También nos enteramos hoy de que presentó su dimisión cuando el accidente del Yakovlev, pero Aznar no la aceptó. Y eso que trabajo como humorista no le iba a faltar. Manda huevos, cuánto talento desperdiciado.
...a que antes de las elecciones generales aparece más información sobre la reunión de ETA con Carod. A este paso, el ABC regalará el DVD en la jornada de reflexión.
A través de Vilaweb he llegado a esta portada falsa, imitación de la que La Razón dedicó a la polémica tregua de ETA. Gracias por el enlace, Albert.
Como me meto en camisa de once varas, pondré el pliego de descargos por adelantado. Creo que Carod-Rovida cometió un grave error político sentándose con los terroristas porque él no era el interlocutor adecuado, creo que ZP “quién me pone la pierna encima” no puede dar hoy la situación por resuelta cuando ayer pedía responsabilidades a ERC y al tripartito, creo que la reacción de Maragall ante la crisis ha sido vergonzosa y creo que, si se demuestra que ERC negocio con ETA que no atentase en Cataluña, el PSOE debería, por lo menos, romper el acuerdo de Gobierno y Carod-Rovira merecería el mayor de los desprecios... Sobra decir también, pero me pondré la tirita, que pocas cosas me indignan más que el terrorismo en general y ETA en concreto.
Pero:
¿Por qué ETA decide, justo en mitad de la campaña electoral, precisamente en el momento en el que las encuestas alejaban a Rajoy de la mayoría absoluta, anunciar una tregua en Cataluña? ¿A quién beneficia? ¿Por qué se permite a la banda terrorista hacer política? ¿Por qué se hace política a raíz de un comunicado de ETA?
Mi modesta opinión personal: ETA necesita al PP casi tanto como el PP utiliza a ETA. Un grupo terrorista jamás puede aspirar a la victoria militar. Su única opción ante una democracia pasa por desestabilizar al rival para llevarle al extremo contrario y así quebrar la sociedad, estirada entre dos opciones radicales: nacionalismo español frente a nacionalismo vasco. A pesar de que ETA está acorralada policialmente –un mérito de las fuerzas de seguridad y no de los políticos– nunca antes ha estado tan cerca de lograr su objetivo: la independencia de Euskadi.
Marco Pantani –treinta kilos más gordo, cinco años más viejo que en la foto– murió como lo haría una estrella de rock de postal: deprimido, atrincherado en una habitación de hotel, puesto de pastillas y dejando como único testamento unas notas crípticas escritas con letra nerviosa en una libreta. Los forenses han determinado hoy que la causa de su muerte fue un edema pulmonar. Pero quedarse sólo en eso es tan hipócrita como decir que la víctima de un tiroteo falleció porque había seis trozos de plomo en su pecho. Al pirata lo mató el deporte.
Algo terrible está pasando cuando la muerte de Pantani no es sólo una anécdota. En los últimos años, cada vez son más los deportistas profesionales que acaban su vida muchísimo antes de lo que reza la estadística. Muchos culpan al doping y ponen la frontera en los fármacos prohibidos, como si el mero hecho de forzar el cuerpo humano hasta más allá del límite anterior no fuese ya de por sí un exceso.
No me gusta practicar deporte. Aunque no soy tan nihilista como para negar sus virtudes, creo que algo que sólo disfrutas cuando dejas de hacerlo es un vicio demasiado retorcido. Es algo personal y viene de hace tiempo. Yo era de esos niños que en el patio del colegio se quedaba como último descarte cuando se hacían los equipos –te llevas a estos dos y yo elijo campo–.
Las veces que he intentado reconciliarme con el ejercicio físico he acabado mal; la última, con el hombro derecho casi inservible tras una mala caída en la nieve. Por culpa de aquel accidente, ahora visito cada pocos días un centro de alto rendimiento deportivo. Allí trabajan los mejores fisioterapeutas y me cruzo en las camillas con ídolos de cromo panini, maleducados y presumidos como sólo puede serlo un veinteañero multimillonario.
Uno de los médicos que tratan mi lesión, un experto, me confesó hace unas semanas algo que yo ya sospechaba: “El deporte profesional es cualquier cosa menos sano, hay mucha presión y, aunque no te dopes, estar al cien por cien todo el día exige demasiado al cuerpo y eso al final se paga”. Pantani pago con creces. Son las cosas que pasan cuando se transforma el espíritu olímpico en show televisivo.
Uno de los secretos mejor guardados del planeta está multiplicándose libre por la Red: el código fuente de Windows 2000. Ya se han escrito casi tantas líneas de texto sobre este tema como código filtrado –y más que te rondaré–. Así que me conformo con sumar cuatro reflexiones más al mar de datos.
1- Un secreto guardado entre cientos de personas en todo el mundo no es un secreto, es una putada. Microsoft comparte su código fuente con varios países y, por necesidad, con gran parte de sus empleados. En estos casos, tres son multitud. Además, el CNI lo conocía, y el espionaje español ya ha demostrado más veces lo bien que guarda sus secretos ;-).
2- La filtración es parcial, sólo 660 megas del código. Microsoft insiste en que el archivo completo ocupa 40 gigas, lo que convertiría este fichero en un problema menor. Pero, según asegura un supuesto ex empleado de la compañía de Gates en Slashdot, la parte importante del código –aquello que no son simples librerías, versiones internacionales y demás morralla– apenas ocupa 4 gigas. De ser cierto, el fichero que circula por la Red es mucho más relevante de lo que desearían los creadores de Windows
3- Una conspiranoia: imaginen que he robado el código completo e intento vendérselo a la compañía de Gates. Microsoft dice que no paga. Para convencer a mi rehén de que estoy dispuesto a llegar hasta el final, ¿qué mejor manera que demostrar mis malísimas intenciones que una filtración parcial en Internet? Tal vez el código revelado es como un meñique cortado en un secuestro. Tal vez pronto lleguen más fragmentos a la Red.
4- Un chiste que sólo entenderán los que hayan leído En el principio fue la línea de comandos: Windows ha dejado de ser un monovolumen para convertirse en la furgoneta de Scooby Doo.
FÉLIX DE AZÚA
EL PAIS | Opinión - 10-02-2004
Todo se ha dicho ya sobre el irresistible ascenso y caída de Carod Rovira; sirvan estas palabras a modo de reflexión sobre el comportamiento de sus colegas de profesión. Afirmaba el independentista que sus intenciones habían sido buenas, y así lo consideraron todos sus compañeros, incluidos los de la oposición. También la casi totalidad de los comentaristas catalanes. Quizás habría que mirar más de cerca lo que quiera decir "intención" en este contexto.
Llego con retraso a un estreno teatral. El público mira atentamente el escenario. Sobre el mismo, un hombre clava un madero a martillazos. No puedo saber si acaso la pieza aún no ha comenzado y están dando el último toque al decorado; o si se ha producido un accidente y lo están reparando; o bien si el actor encarna a un carpintero; o incluso si el autor pretende que asistamos a un primer acto que simula la tramoya de la obra. En fin, no puedo juzgar las intenciones del autor, del actor o de la obra, hasta que ésta concluya, porque el final determina hacia atrás todos los actos anteriores. Lo mismo sucede en una novela o en una sinfonía.
El segundo ejemplo es aún más obvio. Acudo al dentista, pero en lugar de salir con una muela empastada salgo operado de cataratas. O bien me he equivocado de médico, o el dentista es un óptico excelente y un falso dentista. Sus intenciones pueden ser buenas o malas, el resultado es, en todo caso, absolutamente distinto del que me prometía la placa colgada de su despacho.
Si juzgamos las intenciones de Carod a la luz del primer ejemplo, como un acto de estrategia política, el final del drama indica que sus intenciones eran malísimas, es decir, perjudiciales para todo el mundo, incluido él mismo, y sólo benéficas para los terroristas y para "Madrid", los únicos que aprecian la obra. Si juzgamos a la luz del segundo ejemplo, nos hemos equivocado de político; sus intenciones podían ser buenas o malas, pero nada tienen que ver con la responsabilidad que anuncia en su despacho de la Generalitat. Quizás sería un considerable político del PNV, formación que también le aplaudió con entusiasmo, pero poco tiene que ver con esa "vía catalana", opuesta a la vasca, que proponía durante las elecciones. Sus intenciones eran, por tanto, un timo.
De todos modos, no sorprende el mesianismo de Carod, un hombre que necesita al abad de Montserrat para andar por la vida, lo que en verdad sorprende (y asusta) es que sus colegas y la casi totalidad de los comentaristas catalanes hayan usado las buenas intenciones como eximente, en comparación, claro está, con las malas intenciones del PP. Es una comparación de patio de colegio. Las intenciones del PP no hace falta analizarlas, son claras y ostentosas. Utiliza la incompetencia ajena en beneficio propio con la amoralidad tradicional de la derecha, que por algo se distingue de la izquierda allí en donde aún quede izquierda. No dudaron en sacrificar a la Guardia Civil y a los servicios secretos para hundir a González, y es una bobada acusarles de lo que, en realidad, les define, les concede autoridad y les proporciona mayorías absolutas.
Pero, ¿por qué esa unanimidad de los políticos y periodistas catalanes en el respeto de las buenas intenciones de Carod, respeto que jamás se permitirían con su dentista o su dramaturgo favorito? ¿O acaso la tarea de los políticos está por encima o por debajo de la de un dentista, etcétera? En cierto modo, y eso es lo inquietante, así sucede en Cataluña y en el País Vasco. Los políticos nacionalistas no se consideran a sí mismos como gerentes de la convivencia cívica, ni como empleados de los ciudadanos, sino como clérigos y cruzados de una Causa. Al igual que los clérigos, están por encima (y por debajo) de sus actos: sólo son responsables ante la nación. Las buenas intenciones de estos políticos equivalen al amor a Dios y la piedad de los frailes y curas que, por muchos dislates que cometan, siempre son rescatados por sus jerarquías. La pederastia de los curas católicos no ha impedido que la Iglesia norteamericana los defendiera con uñas y dientes. Del mismo modo, cuando Heribert Barrera manifestó con ingenua honradez el fondo ultrarreaccionario de su nacionalismo, el colectivo de la Causa le arropó protectoramente. Los niños atormentados por curas pedófilos carecen de importancia para los obispos católicos; los inmigrantes humillados por un xenófobo son un elemento secundario para el colectivo nacionalista; el sufrimiento de los vascos condenados a muerte es algo trivial frente a la Causa Nacional.
El monolítico gregarismo de los nacionalistas impide llevar a la práctica una política racional, rigurosa con las responsabilidades individuales. De ahí que la elección de altos cargos durante veinte años de nacionalismo pujolista no dependiera de su competencia, sino de su afección al régimen. De ahí también que los resultados prácticos fueran cada vez másdecepcionantes y creciera la desesperación nacionalista, a la cual se la suele llamar "radicalización". Los fundamentalistas no crecen al amparo de la injusticia (muchísimos pueblos sin fundamentalistas sufren todo tipo de injusticias), sino de su propia incompetencia. Suponíamos que la izquierda podía ser menos incompetente. Una ingenuidad.
Para evitar el declive social, la banalidad moral, o el fascismo a la vasca, sería preciso un cambio rotundo (e improbable) de los objetivos nacionalistas. Si el colectivo nacionalista, en lugar de acunarse en el sueño ochocentista de un Paraíso Catalán, se esforzara en facilitar la vida a sus ciudadanos, quizás llegaría un momento (como en el pasado) en que algunos vecinos se sintieran atraídos por el supuesto "modelo catalán". Los nacionalistas no serían menos patriotas si procuraran enmendar el abuso de los poderosos en lugar de soñar con embajadas. El mismo día en que se armó el pollo de Carod, los diarios informaban sobre algo siniestro: los inspectores de Hacienda denunciaban que el señor ministro sólo les permite investigar a los que pagan. Los políticos nacionalistas estaban demasiado ocupados salvando a un alma pía como para comentar el asunto. Ni una palabra. Pero si hubieran hablado habrían dicho que la solución es una Hacienda catalana. Como si fuéramos tontos. Observen ustedes los beneficios de bancos y cajas de ahorro en 2003. Comparen con los sueldos de sus ejecutivos. ¿Han leído algún comentario nacionalista sobre la cuestión?
Probablemente, una política sentimental era comprensible en la Cataluña semianalfabeta de los años treinta del siglo pasado. Tal es el sueño de Heribert Barrera: un país analfabeto y sin inmigrantes, el mismo que propone Otegi en La pelota vasca, una patria sin Internet y con jovencitos trepando por los montes. En países avanzados, como Alemania, la política sentimental condujo al infierno. En todo caso, en sociedades hipertécnicas como la nuestra, en las cuales los ciudadanos somos poco menos que pollos en una granja vietnamita al servicio de una producción que sólo beneficia a los más ricos, una política sentimental y de buenas intenciones es francamente suicida. No será la nación lo que nos libere de nuestra esclavitud.
Acusar de todos los fracasos a "Madrid" y a los "españoles" muestra una rotunda impotencia que acaba por justificar la sumisión. En el caso que comentamos, Madrid ha servido para que sus colegas se sacudieran a Carod de encima... echándole la culpa a Madrid. Ante semejante hipocresía más de uno habrá pensado, "pues menos mal que llegaron órdenes desde Madrid, porque si no, el catalán sería el único Parlamento europeo con un primer ministro que se va de copas con terroristas sin avisar a su presidente". Eso sí, también sería un Parlamento rebosante de buenas intenciones.
Una de las maniobras más complicadas en el mundo de la aviación es el giro de 180 grados. Mi amigo Pepe bromea siempre que el tiempo necesario para realizar un cambio de rumbo en vuelo depende sólo de un factor: el tamaño del ego del piloto. Si se pudiese calcular en unidades métricas decimales la longitud del arco que están dibujando en el cielo aquellos que apoyaron la invasión de Irak sin dudar de los informes de la CIA, podríamos conocer con exactitud el tamaño de ese argentino que los grandes líderes mundiales llevan dentro (y espero que me perdonen los argentinos por el chiste).
Entre todas estas piruetas (Powell, Kay, Bush, Blair, Rato, Zaplana,...) sorprende la maniobra del diario español que con mayor fervor defendió la invasión de Irak: Libertad Digital. Lean su editorial de hoy: Irak o el error de reconsiderar un acierto. Copio y pego un fragmento.
Puestos a dejar volar la fantasía, les propongo otro juego de ficción. Imaginen que la policía mata de un tiro a un atracador que entra a un banco y después se descubre que la pistola del ladrón era, en realidad, un plátano. Imaginen también que el policía que dispara sabía que el ladrón estaba desarmado y no dijo nada porque le interesaba apuntarse una medalla. Imaginen que en lugar de un atracador, han muerto miles de inocentes. ¿Felicitarían a la CIA?
Eduardo Zaplana, portavoz del Gobierno.
Archivo de audio.
Iñigo Sáenz de Ugarte reflexiona en su blog sobre estos dibujos que presentó Colin Powell hace un año en la ONU durante su argumentación sobre el arsenal iraquí. Se encontraron. Pero no eran laboratorios prohibidos: servían para inflar con hidrógeno globos meteorológicos.
“¿Cuántos jóvenes españoles hay que no pueden acceder a una vivienda? ¿Por cuánto se ha multiplicado el precio de las viviendas en los últimos años? ¿Dónde están las viviendas de protección oficial?”
“Ante una hipótesis de intervención de guerra bajo mandato de Naciones Unidas yo tengo que decir que la política de estado exige naturalmente conversaciones antes de tomar una decisión. Y quiero saber lo que pasa con los soldados españoles que están allí ahora en acción humanitaria.”
José María Aznar, en el debate electoral de 1993. En este enlace, el vídeo de la entrevista a Felipe González en La Noche de Fuentes del pasado domingo. Encontrado en Barrapunto.
Se rompe el trío de las Azores. George Bush ha decidido abrir una investigación independiente que aclare los errores de inteligencia sobre las supuestas armas de destrucción masiva en Irak. Tony Blair reconoce que hay dudas legítimas sobre el arsenal de Sadam y ha puesto en marcha otra comisión sobre el tema. Colin Powell duda ahora de si hubiese apoyado la invasión en caso de conocer que el régimen de Sadam Husein no poseía el armamento que describió la CIA.
¿Y en España? El Gobierno descarta abrir una investigación y dice que se basó en la ONU. Por una vez, Aznar no seguirá los pasos de sus socios en la invasión de Irak.
Menos mal que existen hemerotecas.
José María Aznar. 2 de febrero de 2003.