California dreams

Bernardo Gutiérrez

Crucé al otro lado. Con el coyote no hay aduana. Con pasaporte europeo, tampoco. Browsville-Los Ángeles via Houston. Nada más bajar al aeropuerto de L.A un tipo pelado me pregunta: ¿eres actor o músico? Lo sentí como un elogio. Pero poco después me intentaba endilgar un manual de religión budista. Y qué coño, pregunta poco original: todo el mundo en Los Ángeles quiere ser actor/músico. Mi amigo Erik –periodista, economista, payaso y comediante– me esperaba en California. Excusa perfecta para ensamblar algún repor y conocer la tierra de los castillos en el aire. Pipe dreams (sueños de pipa, humeantes). Y es que este jodido estado, que sería séptima potencia mundial ligeramente por delante de España si fuese independiente, nació como quimera absoluta. Su nombre viene de Las Sergas de Esplandián, una novela de caballería a lo Quijote. California=reino inexistente de las novelas de caballerías. Y claro, así, por inercia quimérica, llegaron los buscadores de oro, los rusos exiliados, los japonatas tras la II guerra mundial. Y Hollywood y su burbuja, su universo paralelísimo.

Recorrer Los Ángeles es adentrase en 10. 20, 30, 40 películas. Ir entrando en escenas de un filme, en cachitos de pelis, escenas míticas-y-no tanto. La ciudad se ha convertido en un escaparate de si misma, de su imagen falsa, de su ficción. Los hoteles reciben a los soñadores (hombres pipe dreams) con cartelones molones: Wellcome nomads! (bienvenidos nómadas). El guión es previsible: llegar con un guión bajo el brazo, con un gran sueño de actor. Luego: convertirse en camata o en aparcacoches. Y después: acabar disfrazado de Superman o de descolorido Batman en el camino de la Fama. Joder: el boulevard más mítico de Los Ángeles (el de las estrellitas de los famosos) está lleno de vagabundos, de falsos Hulks, de Chaplin de pacotilla, de Rambos sin afeitar. El antiHollywood ha tomado el corazón de la ciudad inexistente. Uno se espera que al llegar al corazón de la meca del cine (la puerta del teatro Kodak, por ejemplo) un espectacular Spiderman va a bajar de un 6 piso con un hilo elástico. Y uno se encuentra con una panda de amigotes de disfraces baratos sacando perras a los transeúntes.
El Hollywood Boulevard (el de las estrellitas, repito) es un bizarrísimo cómic/caricatura: sex shops, tiendas de tatus, tipos tatuados hasta la médula, freakies varios (japonatas punks, negros raperos, mexicanos mods, rockerisimos adolescentes, chinoschinísimos, Mujeres Silicona, intelectuetas-guión-en-mano, musculosos Hombres Hormonas, tiendas de armamento, y locos que gritan al cielo, y turistones fotografiando a sus falsos/verdaderos ídolos. Un poco más allá, el Sunset Boulevard, más chic, sus antros musiqueros como el Whyski Go Go o garitos de travelos como el Jaxx, con fotos de Keith Richard (sí, tocó allá, se emborrachó allá) o Metallica. Los Ángeles vive del aire. Pipe dreams por un tubo. Cine (casi todas las pelis pierden plata, plata que sacan a empresarios de New York que colocan a su hija y/o amante como prota. Pierden pero se la suda). Y la música multiglobalizada. Y las teles. Y la comedia. California=reino inexistente que vive de la nada.

Erik, mi amigo, vive del aire, claro. Estudia comedia. Cine. Producción. Vive en East Hollywood, Thai Town (todo Thailandés), al lado de little Armenia. Y, seguro, al lado Big México o de Cool Japan. Todo el mundo en L.A parece de fuera. Son todos de allá, claro, nómadas con raíces, terceras o cuartas generaciones, californianísimos. Mitad oriental, mitad mexicanos.

Erik estudia comedia, se desfoga en los open mics (lugares aptos para espontáneos) del antiHollywood. Le seguí por antros del No Hollywood (barrio de tugurios frecuentados por comediantes) y me adentre en el sorprendente mundo de la risa. Y, claro, me sorprendí de la matemática del humor. Pura estrategia. Planteas un tema. Una enumeración con una presunción. Luego, break the assumption. O sea, salida a lo freak, la carcajada, la sorpresa. Erik juega en sus monólogos con el "ser español en L.A, tierra de latinos".

-Joder, hablas muy bien para ser un blanco

-Claro, soy español

-Ah, pero no eres latino

-Sí, sí, nosotros somos los latinos originales. Los que os robaron el oro, trajeron al corrupción, remember?

Los cómicos/open mics, coleguitas de Erik, son unos freaks, claro. Rob, un tipo que fue famosísimo, medio clown, porque hacia sandwich con los pies (California total). Joe, un tipo de Chicago, renegado del teatro que se venga de Shakespeare a lo Cómico que se Descojona de Todo. Y bueno, vivimos intensamente el No Hollywood, el Latinwood, el Ha Ha Hollywood. El No Ho (por aquello del So Ho), es periferia-de-la-vaina. Cómicos disfrazados de Ninjas, Negros que Hacen Chistes de Negros, Ericks de la Vida.
Vivi/vivimos noches de orquestones de salsa, de copas alterfashion en el Daily Planet (sí, si, el diario de Superman), de noches ardientes en el Fourty Deuce (antro rojizo con tipos jazzeando en la barra y mujeres desnudándose estilo peli/glamour, Hilda, mi amor, te llamas Hilda?) o el Saints&Sinners (Santos y pecadores), donde los camatas tragan un licor de 89 grados y escupen fuego. A veces, se inspiran en plan libro de Caballería y lanzan licor en la barra. Los Quijotes/intrépidos piden/pedimos cubatas y/o birras entre las llamaradas del pecado. Y hay más: los freaky tours que proliferan en la meca del Celuloide Presuntamente Glamoroso. Dearly Tours: un figura que te lleva por el dark side, lo peor de, el lado cutre-morboso: nos llevaron a donde detuvieron (un baño público) a un erecto George Michael, donde pillaron al Hugh Grant con su Prosti Serie B, a un hotel desde donde se suicidaban los actores frustados (reconvertido en asilo de viejos), a la casa donde la palmó Dede Ramone, al hotel donde murió Janis Joplin (el alucina-guía pasó una noche en el cuarto, pintó en el suelo, con tiza blanca, el cuerpo de Janis). Y un largo etcétera de excentricidades: escenarios de plagios sonadísimos (Beach Boys), de asesinatos de mafiosos, de muertes sospechosas (Eddie Murphy que hizo desaparecer a un travesti que lo acusó de homosexual), de muertes sonadas. Y algo de lagrimogeniedad: el callejón por el que Marilyn corría y se colaba de niña en los estudios de Paramount.

Sin este contrapicado desenfadado y soez de la Capital de glamour, realmente no se entiende nada. L.A como escaparate de cartón piedra, como espejo (cóncavo, convexo y descojonante al mismo tiempo) de sí misma, como ciudad despedazadas en sketchs de sus ficciones (aquella escalera donde Richard Gere buscaba a Julia Roberts, aquella escenita de conversación intelectual de ´Sueños de un seductor´ en un café). Wellcome nomads, claro, pasen y vean, el cartón piedra de los sueños/mitos colectivos, de Marilyn a Superman, de James Dean repeinadísimo/despeinado a Ronald Reagan forjándose una carrera de actor segundón, de presi de la asociación de actores (les traicionó y se forró) que le llevó a presi de los States. Y Terminator, of course, musculoso Gobernator. Antichicano, sí, pero acaba de firmarse el Protocolo de Kioto por cuenta y riesgo, cortamangueando al tito Bush. Sospecho que no es por salvar las sequoyas de Canadá ni la oropéndola de las lagunas de Ruidera. Como mucho, aspira a que desaparezca el smog negruzco que esconde las letras Hollywood cada atardecer. Letras, by the way, desde donde se suicidó más de un actor (actores extras, ¿os jugáis algo?), letras que las plantó una inmobiliaria que vendía lotecitos en la colina reseca del barrio de Hollywood.
Una noche mítica fue nuestra cita con dos japos-hawaianas. Noche de salsa total. Estaban convencidas de que éramos Antonio Banderas, hispánicos total, mezcla de El Zorro y Bailaor Cortés. Erik practicaba su monólogo mientras conducía. Típicos/tópicos de los latin machos. Fama de los españoles, falsa fama, pinche fama, que no, joder, que no somos así.

-Because, my little son, there are two things in the life, huevos y cojones.

O le echas huevos or you put cojones (todo con acento calorro). Un genio Erik.
Bueno, la noche japosalsera fue antológica. Dejo a vuestra elección el final, a la luz de las farolas de Santa Mónica (la playita de L.A).

A) Bailamos son, guajira, salsa, salsa con ron, ron, ron con son, son con, songorocosongo. Bebimos whysky a la luz de una luna hollywodiense y cada uno triunfó con su sexy-japo. Noche de amor insaciable con aroma de celuloide

B) Bailamos son, guajira, salsa, salsa con ron, ron, ron con son, son con, songoro. Las llevamos en casa en carro y quedamos para el día (año, snif) siguiente. A dos velas.

C) Bailamos son, guajira, salsa, salsa con ron, ron, ron con son, son con, songoro. Nos les convenció el rollo latin salsa. Confesaron que tenían novios, más musculosos y hollywoodienses que nosotros. Nos emborrachamos como dos pinches actores secundarios.

San Francisco fue el contrapunto hippie-alter, altermundista, alterartista. Ciberrollo sillicon valley total, freaks de pelos rojos, punks ingleses, peña refashion caminando entre homeless, crakeros, putas, vietnamitas, camioneros, estatuas callejeras. Bueno, una ciudad bonita, agradable, mezcladísima, sobre todo a lo amarillo. Mucha gente (no sólo en el Chinatown) de raíz asiática. El casco viejo (el nuestro) lleno de eso: mendigos, negrazos vendiendo/comprando crack, oro, bicis robadas. Algún comedor popular lleno de andrajosos con un cartelito buen rollito en la entrada: Hope!!!! (esperanza, toma ya).

La Bahia, recontralindísima. Paseo marítimo, birra-que-te-birra, niebla escondiendo el Golden Gate, un capitán de barco cachondísimo, broma-que-te-broma ("espero que hagan buenas fotos del puente, he, he). A la bajada del barco, el Hombre Arbusto, freak de freaks. Un tipo escondido detrás de unas matas. Su función: asustar al que pase. Asusta (uhhhh), se descojona. Al tipo/a asustada/o se le cae la Coca Cola/birra. Algunos se desmoronan. El tipo (negro, dientiblanco) se mea, sí, se mea. Y eso que algunos se estampan contra el suelo. Nos cuenta el Captain Buen Rollo: le han detenido unas 10 veces, ha provocado 50 infartos. Da igual, se parte la caja. El humor California Pipe Dreams es fantástico: el tranvía que iba al puente, ponía algo tipo: F Market/Ningún lugar en particular. Imaginaos un buseto de Madrid o Barna con un cartelito así. Hasta los mendigos pidientes, con su carcajada style. Cuando pasan jóvenes, cambia el cartel de "need food" (necesito comida) por "need booze "(necesito bebida).

Ahhh, Californiaaaa, que viva la fiebre de oro, los escaparates falsos, los músculos de relleno, los sueños de garrafón y las japos salseras. En el camino SF-L.A, escuchamos, sobre todo, country, música/raíz presuntamente vacía pero que puede estar llena: "Another day, another dollar/my life is like a highway/so many roads to take/I'm trying to find the right one/but is getting harder every day".

Primera parte: Matamoros, la ciudad de los autoviudos. Y mañana: Romero y Julieta y la pinche revolución

Ignacio Escolar | Septiembre 25, 2006 11:11 AM