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"El poder crea una falsa percepción del mundo, pues la realidad le llega filtrada, como una lente que rodea al sujeto, que poco a poco va engordando al tiempo que crece la deformación de la visión de la realidad. Mientras tienes el poder, todo va bien, pero cuando lo pierdes y sigues conservando la lente deformante como si nada hubiese cambiado, haces el ridículo.Ignacio Escolar | Octubre 20, 2006 07:26 AMYo fui testigo cercano de este efecto deformante que os cuento. Tuve un compañero en televisión al que le dieron un programa en horario estelar. No os voy a dar el nombre, no insistáis. Unos días antes de su estreno en antena me dijo muy solemne: “Manuel, si ves que con el tiempo la fama se me sube a la cabeza, júrame que me lo dirás”. Se lo prometí. No se lo juré porque jurar es poner a dios por testigo, y como no existe, sería trampa por mi parte. Pasados varios programas, con el consiguiente aumento de su celebridad, se lo dije: “Se te está subiendo a la cabeza. Te lo estás creyendo”. Desde aquel día dejamos de ser amigos, la realidad no encajaba con su realidad transmitida a través de la lente que se había ido construyendo. A partir de entonces abrigo la sospecha de que la diferencia entre una persona normal y un idiota es la fama. Pero no me atrevo a asegurarlo categóricamente porque conozco infinidad de idiotas completamente desconocidos para el gran público. A mí, sin ir más lejos, no me conoce nadie."
Lo que creo que pasa en realidad es que hay imbéciles y personas normales. Los imbéciles sin poder no pueden dar rienda suelta a sus imbecilidades, pero si le dan los medios (varios millones de euros al año de ingresos)... Piensen en algún compañero currito, y en lo que haría si fuera presentador de un programa de televisión en horario estelar. O (el ejemplo opuesto) piensen en un FJL en una oficina de Correos.
¡Soy el 2º en hacer un comentario en el blog de Escolar! ¡¡¡Soy Famoso!!!
Lo del boli va a originar más comentarios de lo que merece...
Efectivamente idiotas los hay en todo el mundo, y demasiado en mi humilde opinión, y la cuestión es que los hay que los van formando en la infancia y los hay que ya mayorcitos se trabsforman en cretinos.
En este caso el vehículo a la idiotez ha sido la fama, pero también existen otros como el poder, el dinero, etc.
Lo que me resulat curioso es que no a todos les produce el mismo efecto...
Yo creo que es Javier Sardá...ese que dijo que sijo que había perdido el respeto del público pero había ganado al del director de su banco.
Es un estupendo artículo, Nacho, muy bien llevado.
He ido al enlace y leo un par de mensajes de los impenitentes, uno de ellos justificando la acción del impresentable, tras otro mencionando lo del bobo solemne.
Es ya la historia de la mentira instalada. Mienten como respiran así que mentir sobre los actos de otro, inventar lo que sea para justificar lo injustificable les sale natural, es constante.
Llevan años así y no va a cambiar, está claro.
Beso.
M.
Lo siento, no puedo dejar ningún comentario hasta saber el nombre del sujeto en cuestión.
Es que me tiene sobre ascuas que me corten o me nieguen la parte más importante del artículo y me provoca un estrés que me paraliza en este hilo.
Pues yo personalmente considero que es Urdaci, aunque me surge la duda de si realmente ha tenido amigos alguna vez.
No sé si es el caso, pero como forma literaria podría ser perfectamente cualquiera...o nadie.
Es un asunto cabal, y no creo que haga falta ser presentador de TV para padecer esa "enfermedad".
En la vida normal y corriente pasa lo mismo cuando te encuentras con amigos que han dado un pelotazo o aquella compañera de la uni que era un callo y se casa con un tordo millonario, se tunea, y de la noche a la mañana ya no nació en Santutxu, es de Neguri y habla con anchoa.
El virus mamercio no necesita de hertzios para su crecimiento.
M.
Ocurre en todos los campos. Soy pintor... qué os voy a contar. Por suerte para ver si un pintor va a ser muy imbécil o no basta con verle pintar. Seguro que hay excepciones, pero en los casos que he comprobado personalmente, la impostura y la imbecilidad van íntimamente unidas.
El caso de los "artistas" es mundo a parte.
Si triunfan con motivo y si no por su condición.
No hay cosa más impresentable, socialmente hablando, que uno que va de artista (algunos hasta son sensibles) por la vida. Si un memo así consigue pasta, el conjunto es la bomba.
El colmo del pleonasmo es cuando un presentador, un "comunicador" que se llaman, se autoconsidera artista. Ese salto en el vacío del bufón, o del guía de autobús a "artista comunicador" es la leche.
M.
Todo esto me lleva a preguntar la razón por la cual el 90% de los arquitectos lleva gafas de pasta negra, así como los intelectuales, los pseudointelectules, artístas que se creen elevados, y en general gente progre de un día para otro.
Ah, me refiero a un modelo muy especial de gafas de pasta, esas negras, son muy carácterísticas, si las veis me entedereis al momento.
En la pared de un bar:
"Un gran hombre se recupera enseguida de un fracaso, pero un hombre mediocre jamás se recupera de un triunfo"
Juan Cueto escribía un artículo estupendo al respecto el domingo pasado en el semanal de El País. Y si bien es cierto que hay imbéciles absolutamente incógnitos, sí es verdad que la fama (incluso la trabajada con paciencia, laboriosidad y hasta talento, frente a la inmediata de los reality, por ejemplo) convierte a la gente en tontos sin remedio. Muy poquitos se salvan de ello.
Por cierto el enlace es éste :
http://www.elpais.es/articulo/elpepspor/20061015elpepspor_17/Tes/Idea/Elena
Los nuevos iconos sociales por lo que se vé. Los protagonistas de "Yo soy la Juani" de Bigas Luna.
Por lo que se ve, lo más de lo más es ser proletario vecino de una barriada cuasi marginal con aspiraciones de triunfar en la vida.
Fassstuoso.
No es una cuestión de imbecilidad natural, es algo que le sucede prácticamente a todo el mundo cuando asciende, sobre todo si es un ascenso rápido. Da igual si lo merece o no, si era un mequetrefe o alguien inteligente. Y sobre todo pasa en televisión, lo vemos todos los días.
De repente estás rodeado de un montón de gente que te da la razón en todo, pelotas que aparentan querer ayudarte, gente que te consulta para tomar decisiones. Te sientes importante, la situación te arrastra, es tan difícil resistirse a ese efecto como a una roca le resulta imposible escapar de la erosión del agua. Lo tengo comprobadísimo.
Y efectivamente, cuando alguien de buena fe te dice que estás desbarrando, no te interesa saberlo. Por eso casi es mejor para mantener la cordura pasar olímpicamente de ascensos y prebendas. Y si a un buen amigo le hacen jefecísimo, dalo por perdido.
La fama es un exponente más de la jerarquía social.
No cambia el individuo cuando asciende en la pirámide, tan sólo se muestra, sin pudor, como es en su interior.
Aquel que es un déspota cuando es reconocido públicamente por su posición social, que en plan coloquial se conoce con la expresión "se la ha subido la fama", realmente no se ha convertido en nada diferente a lo que era cuando no le conocía nadie.
"Si saliera a la calle y nadie me reconociese, me entraría una depresión tremenda" Estas palabras las dijo una vez la ex-presidenta del estado federado de Schleswig-Holstein, Alemania en una entrevista justo antes de las últimas elecciones que perdió por un "tamayazo" de alguien que todavía no se sabe quien es porque la votación fue secreta.
Yo sigo la porra: es Buenafuente.
Hay refranes en castellano que dicen: "no hay peor cosa que piojo resucitado" o "siempre da dios bragas al que no tiene culo".
Lo sorprendente (como en economía) es que se preocupen de nosotros los donnadies para recordarnos que podemos ser imbéciles mientras que nunca acaban de encontrar el momento para decirle a los inmensamente "famosos" , que están haciendo el imbécil.
Lo que le ocurre al que ha escrito esto es que está tremendamente jodido porque, en efecto, él no es famoso. Eso se llama envidia. Por eso critica a los que gozan de la fama como les da la gana, por envidia y no por convicciones morales o éticas. Patético.
Y estos, ¿son imbéciles o son listos?
"Lo más significativo del escándalo urbanístico en Ciempozuelos es la pulcritud documental con que los trincones, dos alcaldes socialistas, han llevado a cabo la operación. Como quiera que en Andorra los banqueros son más puntillosos que en las Islas Caimán, antes de autorizar la apertura de una supercuenta exigen ciertas garantías sobre la procedencia del dinero. Si se trata de operaciones de tráfico mercantil no hay mayor dificultad para documentar las entregas. El problema es cuando el dinero procede de comisiones ilegales.
Pero este es un problema sólo para alcaldes y concejales de urbanismo con escrúpulos. En Ciempozuelos las cosas se hacen con orden y todo se registra de forma meticulosa a través de los correspondientes contratos. De esta forma, cuando el banquero andorrano pidió informes sobre la procedencia del capitalazo que los dos ex alcaldes socialistas, Tejeiro y Torrejón, pretendían ingresar en su entidad, no tuvieron el menor reparo en exhibir el documento por el que se aseguraban la percepción de cincuenta y ocho millones de euros –que traducido a "pellones", recuerden, la unidad monetaria para estos casos durante el felipismo, debe ser una burrada– en concepto de comisión por la recalificación de unos terrenos de la localidad.
Hombre, es un paso hacia delante. Si se impone este nuevo modelo de "urbanismo decente", en lugar de depositar las mordidas en bolsas del carrefour o en mochilas de deportes, las inmobiliarias podrán pagar los sobornos de forma convencional, con factura desglosada, y de paso deducirse el IVA en la declaración trimestral, con lo que también las arcas públicas saldrán beneficiadas.
Por supuesto, la corrupción urbanística no es cosa de un solo partido. Por el contrario, es una práctica interiorizada en todas las siglas como una segunda naturaleza. De ahí que en la confección de las listas electorales haya navajazos, no por la Alcaldía, sino por la concejalía de urbanismo Y ello hasta en el municipio más diminuto de la provincia más pequeña.
Por eso sorprende que haya dirigentes políticos, como Simancas, capaces de dar cursillos acelerados de moral pública mientras los maletines vuelan por los pasillos en todas las direcciones. Pero es que los socialistas son muy osados. Como son de izquierdas y se preocupan mucho por los pobres, reclaman que todo les sea perdonado, incluido el expolio a los que, precisamente, tanto afirman defender. La cuestión es que, en efecto, todo se les perdona. En el llamado "cinturón rojo" de Madrid, por ejemplo, no bajan ni un solo voto, así caigan tamayazos de punta. Una prueba más de lo acertado del refranero popular. Ya saben, "palos con gusto..."
Filiberto, ¿y tu?
No entiendo qué tiene que ver el poder con los presentadores de la tele, por muy famosos que sean. ¿Sobre quien tienen poder estos? ¿De qué manera lo ejercen? Yo también veo pelusilla en el artículo, la verdad.
No entiendo qué tiene que ver el poder con los presentadores de la tele, por muy famosos que sean. ¿Sobre quien tienen poder estos? ¿De qué manera lo ejercen? Yo también veo pelusilla en el artículo, la verdad.