El blog personal del director de elDiario.es, Ignacio Escolar. Está activo desde el año 2003.
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Entre lo posible y lo valiente, ahí se mueve Obama. Entre lo realista y lo utópico, dirían otros. El nuevo presidente estadounidense, San Barack Hussein el deseado, da una de cal y otra de arena, y es capaz de hacerlo en un mismo discurso. Hoy reivindicó los derechos humanos, pero no dijo una sola palabra sobre el mayor atropello a la dignidad del hombre en mucho tiempo, la reciente matanza en Gaza. También habló del sistema sanitario de su país, ese desastre con tasas de mortalidad infantil tercermundistas, pero fue para decir que era demasiado caro. Y rechazó “esa falsa opción entre nuestra seguridad y nuestros ideales”, pero sólo después de recordar que su país está en guerra contra el terror, esa falacia neocon que tantos atropellos ha justificado (¿está también España en guerra contra ETA? ¿Dónde está el frente?).
Obama claro que puede. Si él no puede, ¿quién podrá? Nunca antes tuvo alguien tanto poder, pues nunca antes el mundo estuvo tan interconectado y, al mismo tiempo, tan necesitado de un liderazgo global. El presidente icono del cambio cuenta con un capital político sin precedentes, tanto dentro como fuera de su país. Llega a la Casa Blanca en el momento más incierto de la peor crisis económica mundial en casi un siglo; algo más que una mera recesión, pues implica un fallo en el sistema y no sólo un ciclo más en la montaña rusa. Hereda un mundo con miedo, peor que el se encontró George W. Bush, pues ni en el mejor de sus sueños Osama Bin Laden podía imaginar que, a su fuego del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos respondería con gasolina. Lidera un país que se enfrenta a su posible ocaso y lo sabe, donde ya no sorprende que el propio presidente ponga en su boca ese miedo en el mismísimo discurso de su toma de posesión. En sus propias palabras, “el temor a que el declive estadounidense sea inevitable”.
Pero lo que está en juego no es sólo la supremacía de EEUU como única superpotencia en un mundo donde el sheriff ya no volverá a cabalgar solo. Ni tampoco la salud de Wall Street, ni si sus estornudos matarán a Europa de gripe. Es mucho más que eso. Obama se ha convertido en el símbolo del cambio, no por su piel, sino por ser capaz de convencer a más de medio planeta de que el cambio era posible. Ahora depende de él, sólo de él. Pronto sabremos qué condición es más humana, su valentía o nuestra ingenuidad.
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