Dos pistas para entender adónde va la televisión ante el eclipse catódico, el apagón analógico. La primera llega desde Estados Unidos. Oprah Winfrey, la presentadora más famosa de todos los tiempos, ha confirmado que dejará la CBS para crear su propio canal de televisión: el Oprah Winfrey Network.
La segunda pista se vio el viernes pasado por la noche, en La 2. Amanece que no es poco, una película de hace ya dos décadas y que se ha emitido decenas de veces, batió récords de la emisora pública con un share del 7,9%. Sin contar las retransmisiones deportivas, es el mejor dato de audiencia en prime time de esta cadena en lo que va de año, que tampoco es poco.
La historia de esta película de José Luis Cuerda es casi tan surrealista como su guión. Se estrenó en enero de 1989 con buenas críticas y no demasiados espectadores: sólo duró seis semanas en cartel. Pero el tiempo y el boca oreja han convertido esta cinta donde se habla de Dostoievski y se plagia a Faulkner en una obra de culto, de lo mejor de la historia del cine español. Pese a todo, es un título minoritario.
La novedad es que ahora, cuando la TDT multiplica las opciones, ya no es tan rentable encontrar el máximo común divisor de las audiencias: importa más el mínimo común múltiplo. Cuando la oferta se dispara, es la demanda quien pone las reglas; puede que en el menú del día ganen los macarrones con chorizo, pero la cosa cambia cuando se puede pedir a la carta. Las minorías ascienden a taquillazos mientras que las superestrellas, como Oprah, se transforman en canales. Porque todos somos contingentes. Pero tú, querido telespectador, al fin eres necesario.
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