Por ejemplo, en Canadá. No sólo quieren aprobar una ley que permita el matrimonio homosexual: el Tribunal Supremo acaba de sentenciar que masturbarse en tu salón sin las cortinas cerradas no es delito. En una interpretación liberal del asunto (quién es el estado para impedir que me toque los santos cojones en mi santa casa) los jueces canadienses han decidido por unanimidad absolver al acusado, Daryl Clark, de todos los cargos.
Hace cinco años, Clark escandalizó a sus vecinos cuando se masturbaba en el salón de su casa. Al otro lado del patio, una familia (papi, mami y dos niñas) veían la televisión. Los progenitores, pensando que el vecino quería impresionar a las muchachas, decidieron lógicamente cambiarse a otro cuarto para ver mejor. Estaban tan escandalizados que se pasaron quince minutos observando la jugada desde una habitación en penumbra tras unas cortinas con la ayuda de un telescopio y unos prismáticos. Incluso intentaron, sin éxito, grabar al vecino en vídeo. Al día siguiente, denunciaron el caso ante la policía.
Tras la absolución de Clark (la pareja de voyeurs también sigue libre), uno se pregunta qué será lo siguiente en Canadá y Gomorra. ¿Legalizar el matrimonio entre un hombre y un animal?, ¿entre una manzana y una pera? No me extraña que en ese país de pecadores toleren la poligamia.
Moraleja: la pareja de fisgones es a Clark lo que la Iglesia Católica a España.
Vía MeFi.
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