Al hilo del psicólogo que quiere curar a los homosexuales, DDAA escribe un interesante comentario. Corto y pego.
Esto que ha pasado con el tal Polaino lo venimos sufriendo los usuarios de drogas desde hace décadas sin que suscite el menor escándalo.
Hace año y medio el PP montó un grupo de expertos sobre el cannabis (diseñado bajo los mismos criterios morales que la intervención de Polaino) que sugería algunas medidas absolutamente intolerables, desde la introducción de la delación obligatoria para los delitos de drogas hasta el aumento de penas, tanto administrativas como penales, pasando por la introducción de delitos de opinión (como la fantasmal “apología” del cannabis). Me pregunto dónde estaban todos los que ahora han protestado y a qué se dedicaba nuestra prensa “progresista”, cuya actitud ante las drogas es tan sectaria, desinformada y fanática como la de Polaino ante la homosexualidad.
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El PSOE no llevó a la práctica el Plan Acebes, pero los “expertos” que lo redactaron siguen ahí, cobrando del erario público, y en un reciente seminario organizado por el PND sobre el cannabis el texto de esta mierda de plan se repartía entre los asistentes.
Polaino es una anécdota. A mí me preocupan mucho más los otros. Se habla de que se va a indemnizar a los 500 homosexuales injustamente encarcelados durante el franquismo, pero ¿hay alguien que se preocupe de los 8.000 detenidos anuales por cannabis?, ¿de los más de 60.000 multados?
Se me dirá que las drogas son ilegales. También lo eran las prácticas homosexuales durante el franquismo (o dar refugio a un judío durante el nazismo), pero parece que hay gente que espera a que cambien las leyes para oponerse a las injusticias.
Todo esto, ¿depende del consenso? Entonces, ¿la homosexualidad o la masturbación eran enfermedades o plagas cuando así lo creía la mayoría de la clase médica y no lo son hoy porque sólo una minoría lo sostiene?
Ya lo decía Arrabal en este estupendo artículo sobre la locura onanista:
“Cuán fácil es sonreír con superioridad de los monstruosos errores de ayer, y cuán difícil desenmascarar las barbaridades en que todos creemos hoy. Y cuán más difícil aún resulta cultivar humildemente el arte de dudar de nuestros convencimientos.”
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