Cuando el nuevo presidente de la República francesa habló de tomarse unos días de meditación tras la victoria, uno de sus colaboradores insinuó que Nicolas Sarkozy se refugiaría en un escondido monasterio para reflexionar sobre el futuro de la nueva Francia. La prensa compró la bucólica escena. Pena que no fuese verdad. Sarkozy ha aparecido en el premio gordo del “Un, dos tres”: un crucero por el Mediterráneo en yate de lujo de 60 metros de eslora con todos los gastos pagados. ¿Pagados por los franceses? Peor aún.
El capricho, con vuelo en jet privado incluido, corre a cuenta de uno de los principales empresarios franceses, un multimillonario del mundo de la comunicación. No está claro cuánto ha costado el lujo –hablan de cerca de 200.000 euros– ni tampoco qué retorno tendrá para el generoso mecenas la inversión. Seguro que saldrá rentable. Un viaje a Malta con todos los gastos pagados en un yate de ensueño es cosa cara. Que el presidente te deba un favor no tiene precio.
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