abr 02
Lo que de verdad pasa en las cumbres internacionales
La anécdota es del periodista José Antonio Martínez Soler, que entonces trabajaba en TVE. Fue durante una visita del presidente de Estados Unidos a España, una importante y reunión bilateral entre Bill Clinton y Felipe González en la Moncloa. Después de un buen rato de espera, a Martínez Soler le entraron ganas de mear, así que se puso a buscar el baño. Por error, acabó abriendo la puerta de la sala donde estaban sentados Clinton y Felipe. Y como Martínez Soler nunca ha sido tímido, aprovechó la ocasión para entrar dentro, andando en la sala como si fuese alguien del protocolo. “Me los encontré con unos platos de aceite en la mesa. Felipe le estaba enseñando a Clinton cómo mojar pan en aceite”, recuerda Martínez Soler, que dio una vuelta a la sala rodeando la mesa con cara circunspecta, saludó a un Felipe que le miraba anonadado y salió después por la misma puerta, abandonando la crucial cumbre internacional.
abril 2nd, 2009 a las 13:21
PRIMERo de todo quiero lanzar este offtopic:
http://blogs.periodistadigital.com/politica.php/2009/04/01/terrorista-etarra-juana-chaos-belfast-6765
abril 2nd, 2009 a las 13:27
O sea, que a las cumbres se va a mojar.
abril 2nd, 2009 a las 13:33
A alguien se le ocurre a que recreativas actividades se están dedicando ahora esos seres presuntamente superiores que presuntamente rigen nuestros destinos (mientras los deberes se lo hace la corte de asesores)?
abril 2nd, 2009 a las 13:35
Vale, Juanma,. Mojar es una posibilidad. Yo aventuro fiesta de pijamas ( hoy no tengo la imaginación muy chisposa).
abril 2nd, 2009 a las 13:36
#2 Pero cuidado, que lo mismo te encuentras al que pierde aceite.
abril 2nd, 2009 a las 13:49
Habeis convertido una discusión muy seria en un festival de la humorada sin nivel ninguno. Has perdido un lector.
abril 2nd, 2009 a las 13:50
¡Que nooooo!
abril 2nd, 2009 a las 14:25
No cabe duda de que González fue un gran presidente, como dijo Rajoy el otro día. Es que esto es muy grande, joder.
abril 2nd, 2009 a las 15:52
Me encanta la anécdota. Olé Soler.