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Vicisitud y sordidez en el espacio exterior
Sin la gravedad empujando la sangre hacia la mitad inferior del cuerpo, más cantidad permanece en la mitad superior. Los pechos se hacen más grandes, y hay datos anecdóticos que sugieren que los penes disfrutan del mismo efecto de hinchado. “Tuve una erección tan intensa que dolía”, escribe el astronauta Mike Mullane en Riding Rockets. “Podría haber taladrado kriptonita”.
Mary Roach en Packing for Mars: The Curious Science of Life in the Void. Traducción de un servidor.
El libro es una excelente recopilación de anécdotas y datos (mitad y mitad, más o menos, pero habla de un terreno en el que aún no hemos recogido suficientes muestras) que sirven para explicar que, de todos los mecanismos que hay que tener en cuenta a la hora de planificar una misión espacial, el mecanismo biológico del cuerpo humano es el que más quebraderos de cabeza genera: desde la eliminación de residuos hasta la convivencia en espacios pequeños, pasando por las fuerzas que se ejercen sobre los maltrechos cuerpos tras semanas o meses con escasa gravedad, la alimentación, el sexo o la (falta de) higiene. Después de leerlo, me parece entender que el trabajo del astronauta está a medio camino entre el mecánico y el pocero, con la salvedad de que al terminar la jornada uno no puede salir a que le dé el aire fresco.
agosto 5th, 2011 a las 09:21
Estos aspectos tan humanos son los que no aparecen nunca en las películas y por ello no entran en la película que nos montamos cuando se habla de un viaje espacial. Como en los cuentos cuando cuentan que vivieron felices y comieron perdices en vez de decir que a los cinco años se separaron y ahora viven en distintos castillos, vemos el momento del despegue y después solo la imagen de un astronauta eternamente sentado ante las pantallas, palancas y botones, o todo lo más, capturando con la boca pequeñas masas de agua en vuelo libre por la nave.
Un astronauta de tiempos de los Apolo dijo que un vuelo espacial era como un viaje de varios días con unos amigos, en un coche pequeño del que no se puede salir. Con todo lo que conlleva eso para nuestra humana naturaleza y sus humanas manifestaciones. A eso se le suma la falta de gravedad, y ya está el guiso montado.
agosto 5th, 2011 a las 09:23
¡Qué detalle más JLORIOSO! Hasta que Paul Verhoeven no se anime a hacer una peli sobre una base espacial no tendremos un buen relato de las cosas que REALMENTE importan.
agosto 5th, 2011 a las 09:28
¿porqué es tan humano el ocultar los aspectos humanos o considerarlos “negativos”?
¿nos negamos a nosotros mismos? ¿aborrecemos nuestra naturaleza real?
agosto 5th, 2011 a las 17:00
¿Y los sindicatos de astronautas que dicen al respecto?
Ah no que son del paraíso del libeggalismo y de la Nasa la mayoría. Perdón.
agosto 6th, 2011 a las 00:07
Un dato bastante desconocido es que muchos astronautas se extirpan las uñas antes de partir. Si no lo hacen, la presión que ejercen los guantes se las ennegrece y hace que se les caigan con el consiguiente dolor. Salir ahí afuera no es ningún paseo de placer.