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Strawberry fields forever

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1963. Leslie Bradley, Harry Chamberlin, The Beatles y el Mellotron.

¿Para que diablos puede querer alguien setenta cabezas lectoras de cinta magnética? La pregunta se la hicieron los hermanos Bradley –Leslie, Frank y Norman– cuando, a principios de 1962, recibieron un misterioso pedido del estadounidense Bill Fransen que cambiaría la historia de la música. Los Bradley administraban una pequeña empresa familiar de componentes electrónicos, Bradmatic, en Inglaterra. Los encargos no solían ser tan grandes.

Dieciséis años antes, otro estadounidense, Harry Chamberlin, había diseñado un instrumento al otro lado del Atlántico cuya alma eran esas cabezas lectoras. Se trataba de un pesado teclado que emulaba sonidos reales mediante cintas magnéticas. Bajo cada tecla había una cabeza lectora y una pequeña cinta magnética en la que estaba grabado el sonido perfectamente afinado. Chamberlin bautizó con su nombre al instrumento y, en 1960, abrió una tienda en California donde comenzó a producirlo de forma industrial.

El Chamberlin tenía algunos problemillas de diseño. Cada dos por tres la cinta magnética se partía y había que llevar el instrumento de vuelta al taller. Pese a todo, las ventas iban razonablemente bien y el negocio fue creciendo. Tanto que Harry contrató a un vendedor para que le ayudase a ampliar mercados: Bill Fransen. Sí, el mismo Bill Fransen del pedido misterioso. No fue una buena idea.

Dos años más tarde Fransen abandonó a Chamberlin y se fue al viejo continente a la búsqueda de nuevos socios con los que prosperar.

Volvamos con los Bradley. Tras recibir el misterioso encargo, picados por la curiosidad, se reunieron con Fransen, que les mostró uno de los teclados que fabricaba Charmberlin. A Leslie Bradley le apasionó su sonido. Un año más tarde, en 1963, estaba en las tiendas inglesas el Mellotron, la versión británica del diseño de Harry Chamberlin con sustanciales mejoras sobre el original. La cinta ya no se partía y los sonidos, aunque menos fieles al original, eran más precisos en su ejecución.

mellotron2.jpgLos Bradley –engañados por Fransen, que les vendió el teclado como un prototipo propio para después desaparecer– desconocían que estaban infringiendo una patente estadounidense hasta que Harry Chamberlin se presentó en Inglaterra, en 1966, reclamando la paternidad del invento. El problema se solucionó de forma amistosa con 30.000 dólares de los de entonces de por medio. Harry regresó a California con el dinero bajo el brazo, donde continuaría fabricando nuevos modelos de su teclado durante los años siguientes y Leslie Bradley siguió desarrollando su Mellotron en tierras de su real majestad. El pacto entre caballeros incluía un reparto de mercado: para ti Estados Unidos, para mí Inglaterra. Chamberlin se quedó con el lado malo.

Al año siguiente de este acuerdo, en 1967, The Beatles grabarían en Abbey Road una de sus canciones más conocidas, “Strawberry fields forever”, una psicodélica melodía que comenzaba con un sonido de flautas grabado con un Mellotron. La compañía comenzó a cabalgar sobre el éxito de los cuatro de Liverpool. Su disco emblemático, el “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” también haría uso de este teclado. Tras popularizarlo The Beatles, la lista de artistas que después se dejarían hechizar por sus peculiares sonidos es interminable. El rock sinfónico de los setenta tomaría el relevo, con grupos como Yes. Hasta que llegaron el sampler y los Sex Pistols.

mellotron3.jpgLa compañía quebró a finales de los setenta. Al punk no le interesaba nada tan caro y pesado como estos instrumentos. Leslie Bradley fundó una nueva empresa que vendía los mismos teclados pero, durante la bancarrota, tuvo que desprenderse de la marca Mellotron. Su nuevo instrumento, el Novatron, sobreviviría hasta 1987 aunque nunca logró ni la décima parte de las ventas que sus anteriores diseños. Eran otros tiempos y la competencia de los instrumentos digitales no dejaba demasiado espacio para un pesado teclado de cintas magnéticas.

La década siguiente, los noventa, reivindicaría tanto a The Beatles como al Mellotron. Grupos como Oasis o Radiohead recuperaron su sonido. En la actualidad, el hijo de Leslie, John Bradley, trabaja junto a un equipo de ayudantes como restaurador de estos viejos teclados, auténticas piezas de coleccionismo. En su familia, nadie se pregunta ya para qué demonios hacen falta tantas cabezas lectoras.

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Copyleft: Ignacio Escolar – Escolar.net
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Si te ha gustado este artículo, no te pierdas La interferencia que surgió del frío y Cuando los sintetizadores dominaban la Tierra. Próximo capítulo: el organo Hammond.

12 comentarios en “Strawberry fields forever”

  1. # BG-TA dice:

    uoau! que interesante!
    ademas ahroa se de dodne viene el nombre de el grupo “Mellotron”

    me gusta esta serie sobre Musica, sintes etc y demas

  2. #0 flipao dice:

    Lo copio y lo guardo.


    saludos

  3. #0 Pedro dice:

    Mi querido papiro-periodista Escolar…veo que no haces ninguna referencia al tema de “Aznar.net” y “Losgenoveses.net” y el Sr Julio Perez. La cosa no sería más importante si no fuera porque hace unos días bién te preocupaste de engañar con lo de Gruporisa, la radio de la iglesia y demás. Eres igual de sinvergüenza que aquellos a que votas, gaznípero. Lástima es poco.

  4. #0 cád dice:

    ¿engañar?

  5. #0 sopistant dice:

    El bobo de Teddy Bautista siempre se da el mérito de haber sido el primero en introducir el mellotron en España…en discos tan infumables como “Ciclos”, cumbre de la pedantería musical.

  6. #0 Anónimo dice:

    Otra vez un gaznápiro ‘analfabestia’ exigiendo que alguien escriba lo que él no es capaz.

    Se comprende.

  7. #0 Visió dice:

    Guau, Nacho, buenísima serie. Gracias, tío.
    Estos días estoy recordando a Wakeman y a Keit Emerson, y el debate de entonces sobre quien era mejor teclista.
    Por cierto, Sopistant, tenias que haber visto al osito teddy en la plaza de toros de Vista Alegre años a, en un concierto de los de entonces. Era el invitado del grupo “COZ”, cañeros donde los hubiere, y se suponía que él haría una “intro sinfónica” con sus relucientes teclados. Jamás había sentido tanta vergüenza ajena. Solo dejo de intentarlo (sip,no fue capaz ni de afinar) cuando de los pitidos la peña paso a las amenazas serias de lincharle ante semejante estruendo. Colorado como un tomate, pidió disculpas, agarro una guitarra y se puso a desgarrar las cuerdas con el grupo. Que espanto!
    Hoy por hoy, por otros motivos, tenemos que aguantarle de nuevo. Ironías de la vida: hoy sigue habiendo gente con las mismas (o más) ganas de echarle a los leones…animalitos

    😉

  8. #0 Visió dice:

    Perdón:
    “Sólo dejó de intentarlo” que me san olvidao los acentillos, y macordao de tu manual del otro día!

    =:-)

  9. #0 malvid dice:

    Hola Nacho. Me parecen muy interesante estos artículos sobre música e instrumentos pioneros. Personalmente me interesan estos temas, y admiro el ingenio de las personas que con unos medios bastante primitivos consiguieron sonidos y efectos sorprendentes, como los primeros efectos de reverb con placas metálicas (o incluso cámaras de eco), o el flanger con dos grabaciones identicas reproducidas al unísono y desfasadas a mano…

    Sigue así!!!

  10. #0 sopistant dice:

    Muy bueno lo del concierto, visió. Como se le ocurre al teddy salir de telonero de los coz, con lo grandes que son. Mas Sexy!

  11. #0 santiago dice:

    “En su familia, nadie se pregunta ya para qué demonios hacen falta tantas cabezas lectoras.”

    Excelente resúmen del instumento, Nacho. Existe un famoso teorema matemático que, llevado a la práctica, reduce el número de cabezas lectoras a una sola, pero mucho más rápida que las de antes. ¿Será éste el siguiente escalón de la serie, o aún hay algun otro sintetizador famoso de por medio?

  12. #0 santiago dice:

    Perdón, el teorema es “El teorema de shannon”.