dic 29 2004

La interferencia que surgió del frío

termen01.gifLeón Termen, Lenin, Stalin y el theremin

Rusia, 1917. Mientras el Partido Comunista se hacía con el poder en Moscú y la familia del Zar era fusilada, un ingeniero de radio aficionado al violín nacido en San Petersburgo, León Sergeivitch Termen, construía uno de los sintetizadores más asombrosos de la historia: el theremin. Un mágico instrumento que se manejaba sin necesidad de tocarlo, moviendo las manos alrededor de unas antenas de metal, conjurando cada nota en el aire. La imagen de un theremin en funcionamiento, que hoy sigue resultando hipnótica, causó furor en todo el mundo.

Durante las primeras dos décadas del siglo XX, varios investigadores trabajaron en el diseño de un sintetizador capaz de modular notas a partir de osciladores y válvulas de vacío, la tecnología que utilizaba la radio. El principal obstáculo era que estas válvulas sufrían fuertes interferencias cuando una persona se acercaba a ellas. No era un problema menor. Sobre el papel, los instrumentos funcionaban. Pero cuando se construían resultaban imposibles de tocar: desafinaban con los simples movimientos del intérprete. León Termen encontró la manera de cuadrar el círculo. Convirtió el defecto en virtud, la interferencia en música.
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dic 25 2004

Ese pedazo de onda

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1983. Brian Eno, John Chowning y el Yamaha DX7

Programar un teclado DX7 era lo más parecido a una pesadilla, o a un cálculo balístico. Coja una onda simple en forma de seno, creada por una fórmula matemática mediante osciladores digitales. Luego otra de distinto rango que puede utilizar para añadir un nuevo matiz al sonido o para modificar alguno de los parámetros de la primera onda. Y después otra más, y otra, y otra, peinando cada pequeño detalle desde un mínimo teclado con una pantalla de dos líneas de LCD a través de una interfaz demoníaca, digna de un teléfono Motorola de los antiguos. Así, hasta llegar a seis ondas puras que se intercalan entre sí, actuando como un ente complejo que se modifica a sí mismo a cada paso que da. Es inevitable diseñar algo que suene. Pero pruebe a recrear un piano o una trompeta con este modelo abstracto de síntesis, digno de ser estudiado como ejemplo práctico de la teoría del caos. Les aseguro que es posible: Brian Eno lo hace. Cientos de miles de personas más lo han intentado. Muy pocos pueden presumir de haberlo conseguido.
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dic 23 2004

El sintetizador acústico

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1934. Laures Hammond y el teclado del rock

Un relojero estadounidense diseñó el único sintetizador que, de momento, no ha podido ser imitado a la perfección por los nuevos aparatos digitales. No es extraño: recrear el sonido de esta mítica lavadora es casi tan complicado como “renderizar” el viento. Se trataba de un órgano eléctrico basado, a pequeña escala, en el mismo sistema de síntesis de dinamos del Telharmonium. Fue el primer instrumento popular de la historia que no se desafinaba. Su creador, Laurens Hammond, hizo inmortal su apellido al bautizar con él a su criatura: el órgano Hammond.
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dic 21 2004

Strawberry fields forever

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1963. Leslie Bradley, Harry Chamberlin, The Beatles y el Mellotron.

¿Para que diablos puede querer alguien setenta cabezas lectoras de cinta magnética? La pregunta se la hicieron los hermanos Bradley –Leslie, Frank y Norman– cuando, a principios de 1962, recibieron un misterioso pedido del estadounidense Bill Fransen que cambiaría la historia de la música. Los Bradley administraban una pequeña empresa familiar de componentes electrónicos, Bradmatic, en Inglaterra. Los encargos no solían ser tan grandes.
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dic 20 2004

Cuando los sintetizadores dominaban la Tierra

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1906. Thaddeus Cahill y el Telharmonium (Rex)

El primer sintetizador que tuvo repercusión más allá de las páginas de curiosidades científicas de los periódicos fue un aparato portátil muy particular. Sólo se movió una vez e hizo falta un tren de treinta vagones para transportarlo. El Telharmonium, un monstruo que pesaba 200 toneladas y medía más 18 metros de largo, fue para la música electrónica lo mismo que el Eniac para la informática.
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dic 12 2004

La importancia de llamarse Moog

Moog Modular

1971. Robert Moog, Raymond Scott, el Minimoog y el destino.

Hay personas que parecen destinadas para cumplir una misión en la vida desde la partida de nacimiento. Mayor Oreja tenía que ser, antes o después, jefe de los espías en el Ministerio de Interior, y Robert Moog –con un apellido que recuerda a un cálido gruñido, al crujir de una válvula– sólo podía honrar a su nombre dedicándose en cuerpo y alma a los sintetizadores. Hoy, todos los que nos dejaríamos cortar un dedo de la mano (siendo teclistas) por uno de sus hijos, le damos gracias al cielo por no dejar que Bob Moog errase su destino.

A mediados de los años cincuenta, Bob tuvo una revelación.
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dic 03 2004

La edad del ‘laptop’

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1999. Reaktor y Reason, virtuales y portátiles.

José Luis de Vicente

En los últimos meses del pasado siglo la música electrónica iniciaba una de las etapas de transformación más importantes de su historia. Samplers, sintetizadores FM, y teclados venerables empezaron a acumular polvo en los estudios de muchos músicos, ya fuesen estrellas o nombres completamente anónimos. Estaban siendo sustituidos por otras máquinas muy diferentes, y a la vez, muy familiares.

También estaban cambiando las cosas sobre el escenario. En festivales, clubs y salas de conciertos, la imagen tan reconocible del artista parapetado detrás de enormes torres de aparatos y mesas de mezclas -que caracterizó durante los 90 a estrellas del dance como Underworld, Orbital o Chemical Brothers- dejaba paso a otra mucha más humilde. Daba igual que se tratase de experimentadores radicales como el incendiario Kid 606 o de grupos de petardas como Fischerspooner, la nueva generación se presentaba ante el público con la única compañía de un portátil, habitualmente un Powerbook de Apple. No necesitaban más arsenal para generar sus tremendos ritmos.

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ene 28 2004

La banda sonora de la generación techno

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1983. Tadao Kikumoto y la Roland TR-909: la espina dorsal de la era del “dance”

José Luis de Vicente

El sampler es sin duda la invención que ha renovado por completo el lenguaje de la música popular contemporánea; pero los sonidos que más han penetrado en el inconsciente colectivo de toda una generación son producto de la caja de ritmos Roland TR-909. Cualquiera que haya visto alguna vez el amanecer desde una pista de baile conoce a la perfección el inconfundible sonido de sus bombos, platos y palmas, sin los que no habrían sido posibles estilos enteros como el ‘house’, el ‘techno’ o el ‘trance’. Desgraciadamente, también es la responsable de ese “chin pun” inmisericorde que caracteriza las producciones más insoportables.

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sep 19 2003

Brian Eno y la tecnología

Me acabo de enterar (gracias, Manuel) de que el genial compositor Brian Eno es el responsable del sonido más escuchado durante los últimos años después del ring de los teléfonos. Me refiero a The Microsoft Sound, esa sutil melodía con la que arrancaban los sistemas operativos Windows 9x (el sonido sigue entre las opciones de Windows XP, pero no está como predeterminada para el inicio). No está claro como fue el acuerdo entre Bill Gates y Brian Eno aunque se ha especulado mucho sobre cuánto dinero ganaría el compositor si cobrase derechos por cada audición de esta obra.

Ya que estamos con Brian Eno, dos razones más para admirarle:

Las estrategias oblicuas, una baraja de consejos que escribió junto con Peter Schmidt y que sirve para introducir elementos aleatorios en la producción musical, aunque, en general, se utiliza para añadir azar a cualquier trabajo creativo.

El sintetizador evolutivo, una teoría que, como músico, espero que algún fabricante japonés se atreva a llevar a la práctica. Así lo explica el propio Eno durante una entrevista publicada en 1995 por Keyboard (traducción al castellano, en esta web).

“Estuve desarrollando una idea para un instrumento que denomino ‘evolutivo’. Digamos que el sintetizador te ofrece 32 sonidos cuando lo enciendes. Los escuchas y rápidamente y dices, ‘Bueno, el sonido número 14 está bastante cerca de lo que quiero, y el 18 también’. Entonces aprietas los botones correspondientes a estos dos sonidos, y el sintetizador genera 32 mutaciones de estos dos sonidos. Entonces eliges ‘el número 15 está bastante bien, escuchemos algunas mutaciones de ese sonido’. A medida que te acercas a los sonidos que quieres, puedes reducir el grado de mutación.

Lo interesante de esta idea es que no necesitas saber qué es lo que el sintetizador está haciendo, aunque pueda ser internamente tan complejo como puedas imaginar. En lo único que el músico tendría que concentrarse es en la habilidad de escuchar, explorar y tomar decisiones. Si trabajases así un por tiempo, tendrías una librería de sonidos que descubriste a través de este proceso. En un par se semanas tendrías un sintetizador completamente único. La producción de sonido se convertiría en un proceso más orgánico, se volvería más misteriosa. El músico abandonaría la pretensión tradicional de la música electrónica: tener completo control en la programación de los sonidos.”

Si has quedado tan impresionado como yo, ya puedes instalarte este cómic como fondo de escritorio.


may 22 2003

Tras la melodía ideal

El sintetizador RCA por Ignacio Escolar
SpanishPop / La Insignia.

¿Qué diferencia hay entre el “No cambié” de Tamara o el “Macarena” de Los del Río y el resto de las canciones? ¿Cómo es posible que sigamos silbando melodías de The Beatles treinta años después de ser compuestas? Sólo hay siete notas y las canciones pop no suelen ser mucho más complejas que meras combinaciones de acordes: variaciones de siete elementos tomados de tres en tres. A simple vista no parece un problema matemático muy complicado pero, ¿por qué algunas canciones son pegadizas y otras no?
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