dic 26

Sarkozy exporta la política de culebrón

Juan Carlos Escudier

Además del lógico interés para la prensa rosa, el romance entre Nicolás Sarkozy y Carla Bruni, que en estos días pasean su amor Nilo arriba, Nilo abajo, está llamado a revolucionar el marketing político de los próximos años. Hasta ahora, se suponía que los electores premiaban la estabilidad emocional de sus dirigentes, al punto que una crisis matrimonial no sólo era fuente de infelicidad sino también un lastre en las encuestas. En este nuevo esquema se utiliza profusamente la vida privada para hacer política y se busca el fervor de los ciudadanos, que no saben si han elegido a Napoleón o a Casanova, pero que aprecian la sinceridad del gobernante para proclamar su amor a los cuatro vientos.

Es cierto que el caso de Sarkozy no es extrapolable, porque es difícil encontrar a alguien que trate de desactivar una huelga de transportes anunciando oficialmente la separación de su esposa (Cecilia) o que se lance cual caballero volante a liberar enfermeras o azafatas, ya sean búlgaras o españolas. El diario Le Monde, que a principios de este mes se dedicó a contar las apariciones televisivas del presidente en las seis grandes cadenas francesas para confirmar que estaba hasta en la sopa, ha bautizado sus modos de Sarko-show, una producción del Eliseo en el que se borra la frontera entre vida pública y privada para alimentar en forma de culebrón las pasiones de la plebe.

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18 comentarios en “Sarkozy exporta la política de culebrón”

  1. # anonymous dice:

    los últimos serán los primeros…

    😛

  2. #0 Kuryakin dice:

    “..para alimentar en forma de culebrón las pasiones de la plebe.”

    Cualquier politico de medio pelo, hasta los malos, sabe que es mas rentable hablar de la salsa que del pollo..

    Asi la gente come salsa untada con pan mientras que el pollo queda para otros…

    ¡Y encima les agradecen el comer salsa caliente!

  3. #0 Mangeclous dice:

    Empieza a recordar a Berlusconi ya… se suponía que este señor iba a revolucionar la república con sus medidas y sólo aparece en las noticias por chorradas -todos los días, eso sí-.

  4. #0 Kuryakin dice:

    #3 Mangeclous

    Pues si.

    Lo curioso es que todo dios quiere hacerse la foto con él…¡¡y enseñarla!!….

    ¡¡¡ehhh!!!! que Sarkozy y yo somos colegas…que es de los “nuestros”.

    Genial.

  5. #0 lukas dice:

    Sarkozy es lo que se merecen todos los meapilas que condenan a los políticos por su bragueta. Que se jodan. Que lo excomulgue el Bene, si tié cojones.

  6. #0 Godoyín dice:

    Está bien opinar sobre algo y criticarlo cuando no nos gusta, pero yo me conozco un caso muy parecido de una Familia que nos afecta mucho más, y raramente los medios la critican…

  7. #0 ipon dice:

    La sociedad del espectáculo disfruta de buena salud, para desgracia de todos nosotros.

  8. #0 mazuste dice:

    ¡Ajá! Se quiere decir, mas o menos, que cada vez que cada vez que se airean públicamente cotilleos del Sarkozi, éste ya anda liando alguna “pajarraca” al personal detrás de los flashes ¿No?

    Pues ya me va sonando. Ya…

  9. #0 No podemos competir ni con la cabra de la Legión. Gobierno de España. dice:

    El caso es que, para desgracia de los progres, estamos ante un follador nato que encima GOBIERNA BIEN, con mano firme, y que, como prometió, está limpiando la rancaille de los barrios conflictivos.

  10. #0 FuzzyLogic dice:

    #9 No podemos competir ni con la cabra de la Legión. Gobierno de España.

    Follador nato al que la derecha española le da algo de vergüen…

    Mientras no de la brasa en cuestiones comerciales y nos siga mandando etarras en cómodos paquetitos, Sarkozy I de la Grandeur puede follarse hasta a la Bardot, por lo que a mi respecta.

  11. #0 bisbi dice:

    Dice el amigo Escudier sobre los franceses: “pero que aprecian la sinceridad del gobernante para proclamar su amor a los cuatro vientos”…

    Países enteros mamando la vida en “directo” de un travelo en la tele y otros 10 mamones, tema de discusión diario en el curro, en el bareto, esto es Alta Sociedad, por favor el presi de las lorzas hiperactivo k lo mismo monta un caballo blanco, k un toro k a la gran putain. Y aki cayéndosenos la baba porque el bobo de Zapa sigue con esa inteligente de la Sonsoles. Nos merecemos absolutamente todo lo k nos dan de pienso. Y lo de Sarko no ha hecho mas k empezar. Le doy un mes y por supuesto no me cabe la menor duda de que existe contrato previo de publicidad y marketing. Pofavó despues de la peña a la k se ha follao la tía va a ir con ese porque “se ha enamorado”, jojojojo. La verdad es que la tía tambien está de capa caída ultimamente, nuse…..

  12. #0 Andrés dice:

    mi consejo es que la mantenga alejada de Cascos!!!!

  13. #0 Naki dice:

    Por cierto al final a los del arca de noe los han condenado a 8 años de trabajo forzados que esperan poder pasar en francia…al final supersarko no resulto ser tan supersarko.

    Bueno y aqui de que nos extrañamos…es bastante probable que después del paripe el señor y la sr manzanas dejen de habitar en la misma macedonia

  14. #0 pituenlamanchamanchegaquehaymuchovino dice:

    A mí me encanta Sarkoidozy… la vida religiosa, en privado no vayas a ofender. Pero Nilo arriba Nilo abajo a costa de la republique se puede hacer a la vista de tol mundo.

    Será para dar envidia, como el Dominguín con Ava Gadner…

  15. #0 jon dice:

    El resultado de la política exterior desarrollada por Rodríguez Zapatero y Moratinos es el esperable, el que anunciamos en nuestros primeros análisis sobre el nuevo Gobierno. Cuando no se cree en nada es difícil estar dispuesto a defender algo con firmeza. A ojos de los demás, esto es una muestra de debilidad, actitud mostrada desde el primer momento, cuando Rodríguez Zapatero se plegó al chantaje de Al Qaeda retirando apresuradamente nuestras tropas de Irak. La falta de valores lleva a tratar por igual a cualquier régimen político u organización, lo que supone una legitimación de actitudes radicales y antidemocráticas sin, además, ganar nada a cambio. Por último, esta combinación de falta de valores y objetivos nos ha llevado a la irrelevancia internacional.

    Europa es nuestra principal área de acción, puesto que somos parte consustancial. Desde la formación del nuevo Gobierno asistimos a una voluntaria falta de protagonismo. Se renunció a la doble herencia de Aznar –liderazgo y reforma liberal– para asumir un puesto secundario a la sombra del eje París-Berlín. Sin embargo, esta sumisión no ha evitado que, tanto desde el Eje como desde la Comisión, España haya sido seriamente criticada por su actuación en terrenos como la emigración.

    Nuestro presidente ha desaparecido de las grandes reuniones. Está pero no interviene. En la redacción del Tratado de Lisboa hemos cedido en los temas fundamentales sin lograr nada sustantivo a cambio. Por último, la emergencia del tándem Sarkozy-Merkel ha llevado a España a una posición aún más irrelevante, que se hace violenta ante desplantes del presidente francés (v. el episodio del rescate de las azafatas españolas en el Chad) o resulta incómoda por la incapacidad de nuestra diplomacia para llenar la agenda de las tradicionales cumbres bilaterales con Francia y Alemania.

    La falta de peso se ha hecho evidente en dos asuntos recientes. El Gobierno español, con el apoyo del principal partido de la oposición y la oposición de sus aliados parlamentarios, mostró un claro rechazo a la posibilidad de reconocimiento de la independencia del territorio serbio de Kosovo. Un movimiento que no ha servido para modificar la posición mayoritaria.

    Europa tiene desde hace años una política hacia la ribera meridional del Mediterráneo: el Proceso de Barcelona, gestado durante la última legislatura de González, siendo ministro de Asuntos Exteriores Javier Solana. Una de las claves de aquella estrategia era involucrar al conjunto de los Estados miembros de la Unión Europea. El futuro del Mundo Árabe no era sólo problema de las naciones latinas, sino de toda Europa. Pasado el tiempo, y como hemos señalado en otros artículos, el Proceso de Barcelona ha demostrado su incapacidad para afrontar los retos que plantea la región. Cabía su reforma, liderada por España. Sin embargo, Rodríguez Zapatero ha sido incapaz de defender el legado de González y Solana y, en un ejemplo más de irrelevancia, ha cedido sin resistencia a la iniciativa de Sarkozy de establecer un nuevo proceso, arrumbando el de Barcelona en el baúl de los fracasos y estableciendo un marco geográfico del que quedan excluidos los Estados de la Europa septentrional. El liderazgo francés en las relaciones con el Mundo Árabe está así garantizado.

    No deja de ser paradójica esta cesión, cuando Oriente Medio y el Magreb son las áreas favoritas de nuestro ministro de Asuntos Exteriores. Es allí donde más ha buscado el lucimiento y, quizás, donde más se han hecho evidentes sus carencias y limitaciones.

    La Alianza de Civilizaciones ha sido el núcleo doctrinal de la nueva diplomacia española en la región. De la mano de Turquía, se ha tratado de dar continuidad a una iniciativa iraní característica de los objetivos ideológicos de un régimen islamista, antidemocrático y antioccidental.

    Ya hemos hecho referencia con anterioridad a sus características; ahora es momento de valorar sus efectos. A pesar de los esfuerzos realizados por la diplomacia española, tanto en Estados Unidos como en Europa la Alianza ha sido vista como un instrumento tan inútil como peligroso para afrontar el reto del islamismo, en sus variantes violenta y no violenta. El dinero del contribuyente sólo ha logrado dar satisfacción al conjunto del Islam, que percibe una disposición a ceder a sus demandas, pero no ha mostrado capacidad alguna para lograr las metas que se había marcado.

    En el área del Magreb, tan sensible para los intereses españoles, hemos asistido con estupor a una política tan frívola como contraproducente. Rodríguez Zapatero inició la legislatura con un marcado giro promarroquí y antisaharaui. Se cedía ante las iniciativas diplomáticas de Rabat, tendentes a trasformar el Sáhara en un territorio autónomo pero no soberano, a cambio de ganar tiempo y tranquilidad en otras cuestiones: soberanía de Ceuta y Melilla, emigración ilegal, tráfico de estupefacientes. Mientras tanto, se esperaba que un sensible aumento de las inversiones generaría intereses compartidos que garantizaran una estabilidad de las relaciones en el medio y largo plazo.

    Pero no era tan fácil. El giro promarroquí suponía irritar a Argelia. En su visita a Argel, D. Juan Carlos tuvo que escuchar juicios duros sobre nuestra política y ver los precios del gas subir como represalia. Sin embargo, el castigo recibido no fue suficiente para que Mohamed VI perdonara a su “primo” la visita a las ciudades de Ceuta y Melilla, enmarcadas en la política de españolidad del Gobierno ante las elecciones del próximo marzo. Marruecos llamó a consultas a su embajador y exigió la apertura de negociaciones sobre la soberanía de ambas ciudades.

    Una vez más, las estrategias de pacificación con Gobiernos dictatoriales no dan el resultado previsto, ponen de manifiesto la debilidad propia y alientan más y más demandas. A pesar de las declaraciones de Rodríguez Zapatero, la cuestión saharaui está lejos de resolverse, y las relaciones con Marruecos no pasan por su mejor momento; y qué decir de las existentes con Argel…

    En Oriente Medio se apostó por la causa árabe y musulmana y con ello se perdió la capacidad de mediar con alguna eficacia. La defensa de Hezbolá durante la invasión israelí del Líbano quemó todas las naves españolas ante el Gobierno de Jerusalén. La comprensión manifestada ante los Gobiernos de Irán y Siria, por ejemplo, ha desacreditado a nuestra diplomacia en lugares clave como Washington, Jerusalén y buena parte de las capitales europeas. El envío de una fuerza militar al Líbano tuvo un primer impacto positivo, ante su disposición a localizar y destruir arsenales. Sin embargo, tras el ataque sufrido por nuestras fuerzas el Gobierno se plegó, una vez más, al chantaje. Ordenó a los mandos evitar riesgos y al CNI tratar de llegar a acuerdos con jefes locales de Hezbolá, con dinero de por medio. No sólo no combatimos al terrorismo, sino que lo financiamos.

    Una experiencia semejante a la que vivimos en Afganistán. El Gobierno aumentó el contingente tras la retirada de Irak, para mostrar su voluntad de combatir al islamismo radical. Sin embargo, las instrucciones enviadas inciden en garantizar la seguridad de las fuerzas más que en proyectar seguridad en el entorno. Las presiones de la Alianza Atlántica para que nuestras tropas participen más activamente en el combate contra los talibanes han sido rechazadas, con el argumento de que han sido enviadas en misión de paz para colaborar en la reconstrucción y no para combatir. El argumento es absurdo, puesto que difícilmente se puede comenzar a reconstruir si antes no se garantiza la seguridad acabando con las guerrillas islamistas. El dinero del contribuyente se gasta para nada, porque ni se aporta seguridad ni se gana prestigio internacional.

    La falta de disposición para luchar contra fuerzas islamistas y el rechazo al vínculo transatlántico han determinado el paupérrimo papel de España en el seno de la Alianza Atlántica. En un momento en el que esta organización trata de redefinir su razón de ser y se juega su credibilidad en el mundo, España ha sido incapaz de hacer una sola aportación teórica. Nuestro embajador, como oímos recientemente a un alto funcionario de la OTAN, es un desconocido, a pesar de que lleva ahí desde el principio de la legislatura. De nuestro papel en Afganistán, sólo se espera la orden de retirada en cuanto la situación empeore.

    América ha sido un área particularmente activa en estos últimos años. Con Estados Unidos, las relaciones están congeladas en términos políticos. El presidente Bush no ha mantenido ni una sola reunión con Rodríguez Zapatero. Nuestro embajador en Washington carece de margen de maniobra, y sólo es recibido por funcionarios de nivel medio. España ha perdido capacidad de influencia en el centro de poder más importante del mundo, lo que tiene efectos en todo el planeta. En Oriente Medio, Europa o América Latina nuestra capacidad de intervención ha disminuido en la medida en que lo ha hecho nuestra influencia en Washington.

    Este hecho, obvio para cualquiera que conozca mínimamente cómo funcionan las relaciones internacionales, resulta poco relevante para parte de nuestra izquierda, que se siente satisfecha de haber quebrado una relación con la gran potencia liberal y no aspira a gozar de un papel relevante en la escena internacional. Nuestros empresarios continúan aumentando sus inversiones en Estados Unidos sin el respaldo diplomático que merecen, aunque sólo sea por los impuestos que pagan cada año.

    En Iberoamérica hemos asistido al inicio, desarrollo y conclusión de un vodevil progresista. Rodríguez Zapatero abandonó de inmediato la política aznarista de firme compromiso con la democracia y los mercados abiertos. A cambio no volvió a la diplomacia de González, sino que se entregó a un frívolo acercamiento a los distintos movimientos populistas que tenían en común el rechazo a la democracia.

    La falta de liderazgo nos situó, una vez más, en una posición de relativa irrelevancia, que contrastaba con el papel desempeñado en décadas anteriores. La complacencia ante el populismo nos colocó en una situación de extrema debilidad, puesto que nuestra disposición a ceder sólo consiguió que las exigencias cobraran más fuerza. Nuestros empresarios se encontraron, aquí también, desasistidos por un Gobierno que no aceptaba hablar de intereses nacionales y que se negaba a defender los de nuestras empresas. El contraste entre las declaraciones de González y Aznar en contra del populismo y en favor de la democracia y la política de Rodríguez Zapatero, claramente ajena a nuestros intereses pero próxima a los sentimientos de su electorado más izquierdista, suponía una imagen de España dividida sobre su papel en la región.

    La evolución de los acontecimientos ha puesto en evidencia la insensatez de la política seguida. La imagen del Rey de España mandando callar a un mandatario amigo, los insultos al Monarca y a España, las sanciones contra nuestras empresas y las amenazas sobre lo que podría ocurrir en caso de que el PP gane las elecciones son la conclusión de una política tan errónea como frívola. Ante el grave órdago a la democracia en toda Iberoamérica, nuestro Gobierno no ha sabido estar a la altura de los acontecimientos. Hemos perdido el liderazgo que nos corresponde y permitido humillaciones inaceptables.

    El año 2007 ha mostrado hasta qué punto la política seguida durante el conjunto de la legislatura ha fracasado a la hora de defender los valores, principios e intereses de la mayoría de los españoles. Sin embargo, goza de la estima de parte de la izquierda, del sector más radical, y sería ingenuo esperar un cambio de rumbo en el caso de una victoria socialista en las próximas elecciones. Estamos ante una política exterior fuertemente ideológica y acorde con la estrategia general del Gobierno. El daño infligido a nuestra imagen internacional es grande, pero difícilmente puede preocupar a quien no cree que España sea una nación.

  16. #0 Carlos Arrikitown dice:

    Jon yo me cago en tu imagen internacional.

  17. #0 bender dice:

    Nopodemoscompetir,
    No estás a la última de las directrices de Federico.
    Sarkozy ya no es venerado en la COPE, ahora se le llama “cantamañanas”.
    Le ha pasado como al juez Bermúdez, que pasó de “SuperBer” a “miniBer”.
    A ver si estamos al tanto de las consignas, leñe.

  18. #0 orko dice:

    Lo va a dejar tirado en poco tiempo 😉