may 18 2007
No es nada personal
Miguel Sebastián: ¿En algún momento ha mantenido alguna relación con alguna de las personas imputadas en la Operación Malaya acerca de actuaciones urbanísticas en la ciudad de Madrid?
Alberto Ruíz Gallardón: Lo último es que yo hubiese esperado en mi vida, señor Sebastián, es que usted entrase en temas personales. Yo no voy a entrar en su vida personal y yo le pido a usted que no entre en mi vida personal.
Miguel Sebastián: En absoluto yo le he preguntado por su vida personal. Le estoy preguntando por su gestión como alcalde.
Alberto Ruíz Gallardón: No insista por ese camino, señor Sebastián. Relación profesional, ninguna. Ninguna.
Su vida personal sin ninguna relación profesional se llama Montserrat Corulla. Es una guapa treintañera residente en Madrid y está en libertad bajo fianza como una de las imputadas del caso Malaya. La investigación descubrió que la joven abogada servía como testaferro de Juan Antonio Roca en varios negocios inmobiliarios. En Madrid, Corulla lideró una operación que pretendía comprar el palacio de Villagonzalo y el frontón Beti Jai para convertirlos en hoteles de lujo, una rentable jugada para la que sólo hacía falta una recalificación de nada por parte del Ayuntamiento. No pudo ser. El 29 de marzo de 2006, Corulla fue detenida por la Policía.
La joven tenía dos teléfonos y los dos estaban pinchados. Con uno de ellos hablaba regularmente con Alberto Ruíz Gallardón no se sabe de qué. El juez levantó hace unos meses parte del secreto de sumario y en él se incluyen muchas grabaciones donde se intuye el tejemaneje para el pelotazo inmobiliario, donde se insinúa que el Ayuntamiento estaba en el ajo. También aparece citado un hermano de Alfredo Pérez Rubalcaba que presuntamente se ofreció para intermediar con el grupo municipal socialista. Sin embargo, las conversaciones entre Montse Corulla y “Alberto 2” -el nombre artístico con el que Gallardón figura en el sumario- no han sido desveladas por no ser, según el juez, “de interés jurídico”.
A cuenta de estas conversaciones y de su falta de interés jurídico hay muchos que llevan meses especulando con la amistad entre el alcalde y la atractiva comisionista. Es lo de menos. Sebastián se equivocó al enseñar la foto y dejar caer en esa calculada ambivalencia lo de la “relación”, con el matiz urbanístico sólo al final de la pregunta. En España, afortunadamente, la vida privada de cada uno no afecta en lo público y el candidato socialista no debería entrar en esos charcos de los que puede salir salpicado. Pero que el alcalde de Madrid cuente entre sus amistades a uno de los testaferros de Roca, una persona que presume de su buena mano con “Alberto” y utiliza su nombre para sus negocios, no es sólo un asunto personal. Nos afecta a todos los madrileños.