ene 04 2005
Carta de un editor irritado y cuarenta y un verbos de postre
Jesús Gómez Gutiérrez
Lo comprendo. A usted le parece que su continente, país, barrio, es el no va más, algo irrepetible e injustamente tratado por las agencias de viajes y por las guías gastronómicas, por ejemplo, aunque si lo piensa bien convendrá conmigo en que entidad tan magnífica no podría caber en elementos tan triviales. Ahora bien, dejemos esto claro: los gentilicios, en castellano, se escriben en minúsculas. Importa un bledo que pertenezca a un pueblo originario de los que estaban aquí antes que éste, ése y el de más allá, antes que el malvado hombre blanco y todas esas estupideces de películas de Tarzán, o que sea usted natural de un pedazo de tierra por donde pasó César y Julio Romero de Torres, pongo por caso. Usted será, amigo mío, francés, chino, peruano, español, mexicano, bonaerense, romano, vallecano, zulú o caucásico semítico con cien cañones por banda, como prefiera, pero en minúsculas. Y si quiere mayusculear, escriba títulos en inglés, que es de donde le viene tan singular vicio.