Es espectacular el modo en que, en tiempos de crisis, “los de arriba” (políticos, banqueros, empresaurios, poderes mediáticos, lo que sea) se las apañan para librarse de las iras de “los de abajo” haciendo que éstos se enfrenten entre ellos. El caso es que los que de verdad tienen poder y responsabilidad y capacidad para arreglar las cosas siempre consiguen escurrir el bulto: “la culpa de este sistema tan injusto y no es nuestra, es de los putos [insertar aquí un colectivo de pringaos a los que culpar de todo], a por ellos”.
¿Que no? Sólo en este año de 2010 ya lo hemos visto en varias fases, no hay más que revisar las hemerotecas: hace unos meses la bicha eran los funcionarios (léase con voz lúgubre). Los funcionarios, en su amplia mayoría mileuristas puteados, eran culpados de ser demasiados, de ser unos privilegiados, de ganar mucho, de no currar nada, de ser los culpables de lo mal que va todo… esa opinión, azuzada por ciertos políticos y la derecha mediática, sirvió para instalar en el público la idea de que la solución a todos los males pasa por cepillarse a los funcionarios.
Pasada la fase de los funcionarios y el verano, el objetivo del siguiente “progromo” fueron los sindicalistas: que si vagos, que si aprovechados, que si lastre para el país… de nuevo la derecha mediática y política consiguió crear el estado de opinión según el cual todo se arreglará dándoles pa’l pelo a los sindicalistas… o mejor aún (para los que promueven estas campañas): cargándose los sindicatos. El pim-pam-pum antisindical de las últimas semanas ha sido de órdago, y la masa borreguil de tertulianos de barra de bar se ha apuntado con entusiasmo: “hostia, que tenemos nuevo chivo expiatorio, a saco a por él”.
Pero como lo de los sindicalistas perderá actualidad después del día 29, pase lo que pase, ya se está preparando la nueva cabeza de turco de los males sociales: los inmigrantes. Lo cierto es que han tardado en sacarlos al disparadero (bueno, son un colectivo al que se puede convertir en chivo expiatorio varias veces si hace falta, así que aún les queda recorrido), pero ya tenemos otro “gran culpable” para que las masas despedacen mientras los que tienen la sartén por el mango respiran aliviados y se guiñan el ojo: “menos mal que tirándoles un huesico se calman”.
Al final, de una manera u otra, con la campaña de politicastro de turno y el altavoz de las vuvucelas mediáticas, el resultado es que nosotros los pringaos acabamos enfrentándonos entre nosotros mientras “los de arriba” se mantienen incólumes. Funcionarios, sindicalistas, inmigrantes y demás currantes y parados desperdiciamos nuestras iras culpándonos unos a otros, cayendo en la trampa que nos tienden: “ése es un privilegiado de la hostia”, “ése viene de fuera a quitarte el trabajo”, “tú no tienes que ver con ellos, que tú eres de clase media, que tienes DVD y móvil táctil”… ésos son los mensajes que llegan para enfrentar y dividir a los trabajadores.
Con ello los estamentos poderosos político-económico-mediáticos no sólo mantienen el descontento social a raya, sino que así pueden colar de rondón sus “soluciones” (los chivos expiatorios suelen ser cuidadosamente escogidos): “abajo los funcionarios, vamos a privatizar”, “abajo los sindicalistas, carguémonos la negociación colectiva y los derechos laborales”, “abajo los inmigrantes, vamos a policializar”. Lo de Niemöller falsamente atribuido a Brecht está muy manido, pero aquí se podría aplicar: “primero vinieron a por los funcionarios… después vinieron a por los sindicalistas… después vinieron a por los inmigrantes…”
Y mientras sigamos lanzándonos contra los huesecillos que nos tiran, en vez de ir a por el solomillo que guardan bien escondido, esto no va a ir a ninguna parte, y estaremos condenados a dar vueltas sin salir de la mierda, y generando más odio, más resentimiento y más injusticia.