En el sumario de la Gürtel, a Luis Bárcenas se le conoce como “L. Bárcenas”, como “L.B.” y como “Luis el cabrón”. Los tres nombres figuran como destinatarios de grandes sumas de dinero en la contabilidad secreta de Correa. El tesorero del PP, en su defensa, acepta ser el artista conocido como “L. Bárcenas” –qué remedio–, pero niega ser la persona detrás de los otros dos apodos. Aunque el apunte contable que más preocupa a los abogados de Bárcenas es el del cabrón, un único pago de 72.000 euros registrado el 5 de junio de 2007. Bárcenas, ayer ante el juez, aseguró que ese cabrón no es él, sino el constructor Luis Delso, uno de los inversores del fondo Real Estate Equity Portfolio, que gestionaba Jacobo Gordon.
Fuese o no fuese dinero para el tesorero, el pago de “Luis el cabrón” es, en cualquier caso, un apunte extraño: todos los anteriores sobornos que se le atribuyen fueron supuestamente realizados entre 1996 y 2003, durante los años en los que Correa contrataba con el PP. Y desde que Rajoy sucede a Aznar y ordena cerrar el grifo a las empresas de Correa, en 2004, los apuntes de L.Barcenas y L.B. desaparecieron de la contabilidad de la Gürtel con la única excepción de esos 72.000 euros de 2007 para el cabron.
La razón por la que ese pago es tan crucial en la defensa de Bárcenas tiene que ver con las fechas: en ese año, el 2007, el tesorero del PP ya ocupaba un cargo público, el de Senador. Según sus abogados, es el único pago que podría justificar la acusación de cohecho, que requiere que el sobornado sea “autoridad o funcionario público”, una categoría que Bárcenas no cumplía entre 1996 y 2003, cuando sólo era el gerente del PP. “Si en esos años cobraba de los proveedores del partido, es un problema del partido y no de la Fiscalía Anticorrupción”, argumenta un dirigente popular. “Es como si un empresario descubre que un administrativo de su empresa cobra comisión al que le vende los ordenadores; el empresario le podría denunciar, pero no sería cohecho”.
Sin embargo, el artículo 423 del Código Penal también dice que “los que con dádivas, presentes, ofrecimientos o promesas corrompieren o intentaren corromper a las autoridades o funcionarios públicos serán castigados con las mismas penas de prisión y multa que éstos”. Es decir, que aunque Bárcenas no fuese senador entre 1996 y 2003, si se demuestra que tuvo un papel en los sobornos de otros cargos públicos sería tan culpable de cohecho como el que más, aunque no fuese directamente él quien recalifica el terreno o adjudica la obra. En el sumario de la Gürtel, a Bárcenas se le relaciona con operaciones inmobiliarias de este tipo, pero probar estos delitos es mucho más difícil. La pistola humeante es menos obvia que cuando la relación entre el cohecho y el soborno es directa, cuando el que cobra es el cargo público. Si el juez no consigue demostrar que el senador Bárcenas es “Luis el cabrón”, las posibilidades de que el tesorero del PP se vaya de rositas aumentan bastante.