Dice Rajoy, atrapado en el cuento, que “el domingo va a ganar la niña”. ¿Y cómo se llamará esa niña?, preguntó María Jesús Guemes, la periodista de Público que sigue la caravana del PP. “Se llamará Victoria, por la victoria, y Esperanza, tras la victoria”, bromeó Rajoy.
El líder del PP, de momento, se lo toma con humor. ¡Qué remedio! Pero la lideresa hace ya mucho que apuesta por su derrota. Y la niña Esperanza quiere heredar.
Hace dos semanas, en la mañana previa al primer debate con Zapatero, Rajoy se desayunó una entrevista donde la presidenta de Madrid especulaba con lo bien que podría ejercer de líder de la oposición desde el Senado. Este martes, tras la segunda derrota televisada de su supuesto líder, Esperanza pasó revista a las filas prietas de la COPE en una generosa entrevista de Losantos donde no faltaron elogios mutuos. Al rato, ese mismo día, dijo que si Rajoy no gana, “en el peor de los casos va a subir”. Y hoy, ya puestos en el peor de los casos, anunció su primera medida como líderesa de la oposición: la Comunidad de Madrid respaldará la objeción contra la Educación para la Ciudadanía.
Es toda una novedad. Hasta hace unos meses, Esperanza defendía que la Ciudadanía no llegaría a los colegios madrileños porque, para entonces, Rajoy ya gobernaría y habría eliminado la asignatura. Ya no lo tiene tan claro. A estas alturas, más le vale a Esperanza que la niña de Rajoy no se llame victoria.
El Periódico de Catalunya rodea la ley electoral, que impide publicar sondeos desde el lunes en la prensa española, y saca una nueva encuesta a través de su edición en Andorra: www.elperiodicdandorra.net/elecciones. ¿El resultado? Muy tenso y algo dramático. La muestra es muy pequeña (600 llamadas telefónicas) y no publican los datos de intención directa de voto, sólo la estimación del resultado. También dicen que publicarán una nueva encuesta nueva a las 12.
Actualización 12:54: Ya están publicados los datos de la nueva encuesta. Ahora sí aparece la intención directa de voto.
Antonio Orejudo
La legislatura que termina acabará en los manuales de Psiquiatría. No sé si como ejemplo de mitomanía o como caso práctico de esquizofrenia. No es para reírse; el PP es un partido enfermo y es nuestra obligación como demócratas ayudarlo.
Brote
El brote empezó con Aznar: “Créanme, amigos, en Irak hay armas de destrucción masiva”. Luego dijo que no, que no, que no. Que lo que quería decir en realidad era que en Irak había armas de destrucción + IVA. Pero las mentirijillas son como la droga: empiezas fumándote un porro y terminas inyectándote en los glóbulos oculares matarratas cortado con aguarrás. Y así fue, queridos niños, como Aznar y compañía pasaron de fumarse el IVA de las armas de Irak a esnifar algo más fuerte.
Patología
Empezaron a decir que como los trenes reventados en Atocha habían quedado totalmente destrozados, nadie, nadie, nadie podía asegurar a ciencia cierta que Zapatero no se hubiera reunido con ETA para facilitar a espaldas del ministro Acebes del interior el asesinato de 191 personas a condición de que la mayoría de los españoles votaran al PSOE unos días después. Cosa que ETA logró sin problemas gracias a su inmensa fuerza telepática. Es a este superpoder al que se refiere el amigo Alcaraz cuando dice que la banda terrorista está hoy más fuerte que nunca. Luego dijeron que no, que no, que no; que ellos nunca habían dicho que ETA hubiese planeado el 11-M, sino que no sé qué. Y empezaron a llamar mentirosa a la gente. Aquí es donde deberían haber pedido ayuda, pero no lo hicieron. Todo lo contrario: el otro día oí a Ana Mato decir en una emisora de radio que los niños de Andalucía eran analfabetos y dos minutos después la oí decir en otra emisora con la misma voz que ella no había dicho que los niños de Andalucía fueran analfabetos. Un escalofrío me recorrió la espalda. En vez de Ana Mato me pareció Anthony Perkins. Y en vez la campaña electoral me pareció la película ‘Psicosis’.
Terapia
El próximo domingo podemos conseguir que Mato, Aznar, Zaplana, Acebes, Aguirre y Pujalte (ah, y Rajoy, que se me olvidaba) reciban el tratamiento que necesitan. Lo único que hay que hacer es NO votar al PP. Sobre todo si eres de derechas y amas de verdad a tus colores. Tienes otros muchos partidos donde elegir: Partido del Karma Democrático, Partido de los Trabajadores en Precario, Partido Carlista, Partido del Mutuo Apoyo Romántico, Alternativa Motor y Deporte, Por Un Mundo Más Justo, Partido Antitaurino Contra el Maltrato Animal en España… Hasta puedes votar al PSOE.
Así ha quedado el debate, según las encuestas.
Público – La Sexta: Zapatero 49,8%, Rajoy 29,8%, 21% empate
El País: Zapatero 53%, Rajoy 38%
El Mundo: Zapatero 49%, Rajoy 40,20%
Cuatro: Zapatero 50,8%, Rajoy 29%
Telemadrid: Zapatero 59,4%, Rajoy 40.6%.
“No veo recogida la tesis, ni me veo ni reconozco en los entrecomillados. Yo no tengo la impresión de haber dicho eso en ningún momento. No me atrevo a jurar que a lo largo de hora y media no lo dijera, pero para mí los literales (sic) no se corresponden con la verdad”
Gabriel Elorriaga, secretario de Comunicación del PP.
Dice el cantante Manu Chao que él siempre vota a la contra y nunca a favor. En Francia, con el modelo presidencialista a dos vueltas, es más habitual, pues su sistema electoral obliga a muchos a elegir la opción menos mala frente a la deseada: siempre acaba siendo cosa de dos. El ejemplo más famoso se vivió en el año 2002, cuando la izquierda francesa se vio obligada a escoger entre el derechista Chirac y el ultraderechista Le Pen. Un cartel se hizo popular durante esa campaña: “Vota a un ladrón, no a un fascista”. Chirac arrasó: logró el 82,21% de los votos.
Si el 9-M fuese sólo cosa de dos
¿Que pasaría si nuestro modelo electoral fuese como el francés?, ¿si votásemos presidente y no diputados? La política cambiaría mucho, pero no a mejor. No habría gobiernos en minoría pero tampoco pactos. El peso de los partidos más pequeños, de IU y de los nacionalistas, desaparecería. España, un país muchísimo más heterogeneo que Francia, tendería aún más al poco deseable bipartidismo. Sólo habría una gran ventaja: jamás un partido tan extremista como el PP de estos años podría aspirar a gobernar.
La imagen del PP y su realidad
“El PP tiene una imagen muy de derechas. Incluso nuestros votantes piensan que son más centristas”, reconoce Elorriaga. El problema no es la imagen, sino que esa imagen responde a la realidad de los últimos 8 años, del segundo mandato de Aznar y de la oposición de Rajoy. Como confesó Elorriaga, este PP sólo puede ganar si la izquierda se queda en casa. El próximo domingo, al mediodía, se conocerán los primeros datos de participación. Si la abstención es baja, al PP le espera un largo viaje al centro.
Gabriel Elorriaga lo ha dejado tan claro en el Financial Times que queda poco por añadir. Habla el secretario de Comunicación del PP: “Toda nuestra estrategia está centrada en desalentar a los votantes socialistas […], sabemos que nunca nos van a votar, pero si logramos crear suficientes dudas sobre la economía, la inmigración y las cuestiones nacionalistas, quizás se queden en casa. […] Será complicado incrementar nuestros votos. El PP tiene una imagen muy de derechas en este momento. Incluso nuestros votantes piensan que son más centristas que el PP. […] Pero sus votantes son menos disciplinados que los nuestros. […] Estamos diciendo a los votantes socialistas que su Gobierno no está aportando soluciones a sus problemas. El resultado electoral depende del impacto de ese mensaje.”
Obviedades confesas
Pero la noticia no está en lo que explica Elorriaga, ese heraldo bilingüe de la libertad, sino en lo que suponen sus palabras.
Que el PP tiene una merecida imagen de derechas es algo conocido. Que, por suerte, la mayoría de sus votantes no es tan ultra, también. Que Rajoy sólo puede ganar si los socialistas se quedan en casa es pura estadística. Que el PP pretende crear dudas para que sólo voten los suyos es evidente. Que Rajoy juega al populismo y a la crispación porque sólo puede ganar si desmoraliza a dos terceras partes de España (las dos Españas, en realidad, son tres: derecha, izquierda y periferia) estaba ya claro.
Las novedades son otras: que Elorriaga confiese todos los trucos de su partido. Que desprecie a los votantes propios y ajenos. Y, lo más grave: que el secretario de Comunicación del PP explique sin complejos que la estrategia de su partido pasa por la exageración y la abstención.
Hasta ahora, era sólo una obviedad. Desde ayer, es una obviedad tan evidente que hasta el propio PP lo reconoce. ¿Hay algo menos demócrata que fomentar que la gente no vote?
Jesús Maraña
A los cuatro días de su nacimiento, la niña del alegato final de Mariano Rajoy en su primer debate con Zapatero ya reina en YouTube y en los teléfonos móviles. Recibe mil apodos, desde Rajoydi hasta Esperanza pasando por la niña del exorcista. No es seguro que el padre de la criatura haya sido Pedro Arriola, gurú demoscópico del PP, o Antonio Solá, asesor personal de Rajoy. O los dos juntos, porque la historia guarda muchas semejanzas con otras dos: la que incluyó el candidato demócrata norteamericano Barak Obama en su ya célebre discurso de New Hampshire, y un spot electoral de Cristina Fernández de Kirchner durante la campaña que la llevó el año pasado a la presidencia de Argentina. Obama hablaba de “las esperanzas de la niña que va a una escuela que se cae a pedazos en Dilon” y doña Cristina narraba el nacimiento y evolución de Dolores Argentina, una pequeña que llega al mundo durante la peor crisis económica de ese país, en 2001, y va observando cómo a lo largo de su niñez se van resolviendo todos los problemas gracias a la gestión de Néstor Kirchner, el marido de la susodicha.
Ya no sorprende que el PP haya bebido de diversas fuentes para alumbrar ese tragicómico relato en el que su candidato, mirando a la vez a los papeles, a la cámara y a un reloj colgado a su izquierda, dice que quiere que esa niña nacida en España “tenga una familia, una vivienda y unos padres con trabajo. Que se pueda pasear por todo el mundo sin complejos, porque sabrá idiomas…”. Y no extrañan las semejanzas porque también han copiado propuestas de Sarkozy y de Merkel y hasta vídeos mexicanos. Lo que se llama un talento natural para la originalidad en el marketing político.
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