Manolo Saco
Ayer conmemoramos el décimo aniversario del día aquel en que ETA asesinó a Miguel Ángel Blanco, concejal del PP de Ermua, uno de los asesinatos que mayor daño psicológico ha provocado entre los demócratas españoles, por el sadismo demostrado por los terroristas, por el significado trascendente de su muerte. Ya os lo dije una vez. Aquel día de ira en que asistíamos atónitos ante el televisor a la noticia de que al fin se había cumplido la macabra amenaza de muerte, lloré por un desconocido como si fuese un hermano, porque en realidad habían matado a un demócrata, un símbolo político por el que me había jugado el pellejo más de una vez en tiempos de dictaduras. Aún hoy os escribo esto con un nudo en la garganta por la intensidad del recuerdo.
Pero la derecha tardó poco más que un telediario en apropiarse del símbolo, y lo que en un primer momento pareció un fuerte adhesivo para unir a todos los demócratas, unidos en una de las mayores manifestaciones de repulsa del terrorismo de nuestra reciente historia, sin distinción de credo político o religioso, sin bocadillos de mortadela por medio ni acarreamiento de manifestantes en autocar, pronto fue utilizado como instrumento contra el adversario político, por esa inclinación perversa de apropiarse de los muertos, instrumentalizando hasta la náusea a esa asociación títere dirigida por el ultraderechista Alcaraz, que autentifica qué víctimas de qué terrorismo debemos llorar, y cuáles no.
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Manolo Saco
“Todos los partidos políticos excepto el Partido Popular…” ¿Os suena? Ayer se representó una vez más en el Congreso la escena ya clásica del empecinamiento en el error, esta vez a cargo del balbuciente cadáver político Eduardo Zaplana, en vista de que Rajoy está de retiro espiritual lamiéndose las heridas. Ningún grupo político se molestó siquiera en considerar la exigencia-trampa de los populares de que el gobierno mostrara las actas de su reunión con ETA, una propuesta que no hace más que trabajar gratis en favor del servicio de propaganda de los asesinos.
Ellos mismos saben que es una estupidez, un desatino nacido de un mal diseño del debate del Estado de la Nación, un gol metido con calzador por los muchachos de la ultraderecha que manejan los desatinos, digo los destinos, de Rajoy. En los mentideros políticos del día de ayer, más que un rumor era ya un clamor el que relevantes militantes del Partido Popular se hallan entre estupefactos e incómodos con una propuesta que consideran una salida de tono descabellada, un despropósito que sería considerado poco menos que una traición a los intereses del estado en cualquier democracia homologable con la nuestra. Pero ahí están ellos, negando su infidelidad hasta el final, aunque les hayamos pillado con su amante en la cama. Las vueltas que da la vida: con el tiempo resultó que el cornudo era Zapatero, y que ETA era la amante secreta de Rajoy.
Para remachar el clavo, conocimos ayer por la mañana un resultado curioso del Pulsómetro de la cadena SER, realizado inmediatamente después del debate entre Rajoy y Zapatero. No quiero halagar los oídos del PSOE recordándole su incremento en las expectativas de voto. Lo que más me llamó la atención de la encuesta es que, con Rajoy, el PP perdería por goleada las elecciones si se celebrasen hoy. Pero con Rato… con Rato el PP volvería a seducir a los votantes de centro hasta el punto de que ambas fuerzas llegarían casi al empate técnico.
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Juan Carlos Escudier
A quienes daban por concluida la legislatura han tenido que resultarles sorprendentes las últimas maniobras de Zapatero, al que por razones del todo inexplicables se le sigue considerando bobo cuando la realidad demuestra que el de Valladolid no tiene un pelo de tonto. El corolario del debate sobre el Estado de la Nación, en el que trituró a Rajoy y se sacó de la manga el baby-cheque, ha sido la remodelación del Gobierno, una jugada de libro para mantener la iniciativa política en los meses que restan hasta las generales de marzo de 2008.
Resulta evidente que Zapatero ha experimentado una metamorfosis que ha coincidido con la ruptura formal de la tregua por parte de ETA, como si se hubiera liberado de una camisa de fuerza que constreñía todos sus movimientos. ZP, el implacable, tal fue la definición que utilizó para referirse a su comportamiento en el futuro respecto a la banda, empezó siéndolo con Rajoy, con el que entró a degüello en el debate. El del PP es de los que tropiezan dos veces en la misma piedra. El martes, igual que hizo el año pasado, acabó pidiendo más tiempo a Marín, cuando lo inteligente hubiera sido pedir la hora y terminar el partido cuanto antes.
El presidente se lo había anunciado a los miembros presentes en el último comité federal del PSOE. Se habían acabado las contemplaciones; no rehuiría el cuerpo a cuerpo, ni siquiera en política antiterrorista. Después de ver las orejas al lobo con los resultados de las pasadas elecciones municipales, su intención era rentabilizar lo hecho por el Ejecutivo, poner en valor algunas medidas que, como venía desgañitándose algunos dirigentes socialistas, hubieran valido por sí solas por una legislatura, tal es el caso de ley de Dependencia. El mensaje fue claro: podemos presumir de la economía, de avances sociales, de derechos civiles… y no tenemos nada que ocultar.
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Manolo Saco
Ayer, Ángel Acebes, miembro de la secta de los Legionarios de Cristo (la palabra legionario ya me pone los pelos como escarpias) integrada dentro de esa otra secta judaica llamada cristianismo, hizo un repaso muy particular de los tres años de gobierno de Rodríguez Zapatero. Horrible. No sé a dónde vamos a ir a parar, concluye más o menos. De su análisis, lo que más me ha llamado la atención es el hecho de achacar al PSOE la crispación y el enfrentamiento entre las dos españas en esta legislatura “por haber promovido la Ley de la Memoria Histórica”.
A ver si lo pilláis, que me estáis muy distraídos: pedir la restitución legal del buen nombre de los españoles inocentes que fueron torturados y asesinados por los sublevados, después de aquellas parodias de juicios sumarísimos, con la bendición cómplice de la clerigalla ensotanada, armada de hostias y crucifijos, es crispar a los herederos políticos de los asesinos. Y a los asesinos y sus herederos no hay que estar molestándoles por tonterías.
El día anterior, otro miembro cualificado de esa secta judaica, el arzobispo de Valencia Agustín García-Gasco, anunciaba el proyecto de una iglesia exclusivamente para honrar a los que ellos llaman “mártires del 36”, es decir, los muertos del bando franquista. Que la Iglesia haga su particular memoria histórica, añadiendo más inquina a la injusticia cometida desde el bando de los golpistas durante décadas, no significa lo mismo para el secretario general del PP; eso no es ahondar en la crispación, porque dios pertenece al bando de los vencedores.
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Iñigo Sáenz de Ugarte
Siete turistas españoles han muerto en Yemen por la explosión de un coche bomba al paso del convoy de vehículos en el que viajaban. A esta hora se sabe que hay otros tres muertos y varios heridos, entre los que también hay españoles. Los todoterrenos se dirigían al templo de Mahram Bilqis, en la provincia de Mareb, a unos 190 kilómetros de la capital.
Como destino turístico, Yemen está entre los países a los que viajar resulta arriesgado o incluso peligroso. Se han dado muchos casos de secuestros de extranjeros por grupos tribales que pretendían obtener un rescate o ajustar cuentas con el Gobierno. Es probablemente uno de los países de Oriente Medio con mayor número de armas en posesión de particulares, tanto porque forma parte de la cultura local como por los conflictos violentos que enfrentan a las milicias tribales con el Estado.
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Hace un año, el 22 de agosto de 2006, el ‘think tank’ neocon GEES, uno grupo de ‘pensamiento’ en la órbita de Libertad Digital y el PP, publicaba un siniestro artículo: Líbano, ¿la tumba de Zapatero?
Sólo hay una razón por la que se pudiera apoyar la iniciativa de nuestro sonriente presidente de desplegar entre 700 y 1300 soldados españoles en el sur del Líbano: que ese despliegue sea su tumba.
No se trata de una misión humanitaria; ni de pacífica interposición; ni está aceptada de verdad por las partes. Y aunque Rodríguez Zapatero sea admirado por los líderes demagógicos de Hizbolá, no le van a respetar nada cuando decidan volver a la acción. A Francia le volaron una cincuentena de soldados en el 83 y a los americanos casi trescientos marines. Casi tantos como cascos azules de la ONU sirviendo en UNIFIL.
Si a ZP el beatífico y pacífico soporte de las Naciones Unidas le envían a casa 50 o 300 bolsas con otros tantos cadáveres de jóvenes españoles sería su final político, por haber arriesgado sus vidas en una misión inútil en la que la participación española estaba diseñada para su mayor gloria y fotogenia personal. Con muertos españoles y el PP actuando como el PSOE, cuando éste estaba en la oposición, bastaría para ser su final. Claro que el PP no es como el PSOE ni lo puede ser y en lugar de culpar a ZP, como éste hizo por ejemplo tras el 11-M con Aznar, se uniría en una piña con el gobierno por el bien de España y en defensa de sus militares.
Al menos eso lo pueden tener claro los miembros de las Fuerzas Armadas. Sólo es el gobierno socialista y Rodríguez Zapatero quienes juegan caprichosamente con sus vidas. Y si el PP apoya el despliegue en el Líbano debe ser por otras razones aunque equivocadas no tan mezquinas.
Como dice Manuel Rico, ya tienen seis bolsas.
Iñigo Sáenz de Ugarte
Las tropas europeas aumentaron su nivel de alerta durante los enfrentamientos entre el Ejército libanés y el grupo yihadista Fatah Al Islam. Sus portavoces precisaron que no existía una amenaza específica, pero que se trataba de la medida más lógica en un momento de máxima tensión en todo el país. Ahora parece que todo el mundo sostiene que el ataque de ayer en el que murieron seis soldados españoles era sólo cuestión de tiempo.
Curiosamente, en esto sí coincidían en su análisis la inteligencia militar israelí e Hizbolá. Ambos creían que grupos cercanos a Al Qaeda estaban preparando atentados contra las fuerzas de Unifil.
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Manolo Saco
La celebración madridista ha terminado con un baño de patriotismo casposo, ese nacionalismo inventado de chotis madrileño, en las sedes respectivas de la presidencia de la comunidad -donde aguardaba una Esperanza Aguirre exultante- y el ayuntamiento, donde un Ruiz Gallardón sorbía la felicidad como un niño según se acercaban los jugadores. ¿Y dónde terminó el jolgorio patriotero? Pues en la catedral de Madrid. Allí acudieron los jugadores y directivos a ofrecer la copa a la Virgen de la Almudena, sin que nadie tenga claro si la virgen prefería que hubiese ganado el Barcelona o el Sevilla.
Sé que para un forofo es muy difícil ver la realidad desde este lado de la razón. Pero ni me imagino cuántas neuronas hay que dejar aparcadas para acudir como la cosa más natural, sin morirte de vergüenza, a dar gracias a la virgen de la Almudena… por haber ganado un título de Liga. A pie de altar esperaba el gran talibán arzobispo de Madrid, Antonio Rouco Varela, quien inexplicablemente, en lugar de liarse a hostias con semejante pandilla de multimillonarios que invadían el lugar sagrado para celebrar un nuevo éxito empresarial, les bendijo y dio gracias al Cielo, un Cielo que, como todo el mundo sabe, estaba muy pendiente últimamente sobre cómo coño iba a terminar la Liga de fútbol española.
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Iñigo Sáenz de Ugarte
De todos los éxodos a los que se visto abocado el partido de Arafat a lo largo de su historia, éste ha sido el más penoso. Patético. Vergonzoso. Varios dirigentes de Fatah se embarcaron en pesqueros para escapar de Gaza y recalar en Egipto. No huían de los israelíes, sino de otros palestinos, de los victoriosos miembros de Hamás. Los que no lo han hecho han acabado muertos o en prisión. El movimiento islamista ha conquistado Gaza. No ha necesitado más que veinte años de su historia para hacerse con el poder en el lugar que le vio nacer.
Yaser Arafat debe estar revolviéndose en su tumba, escribían ayer en Haaretz. Será por los remordimientos. El partido que dejó tras su muerte sólo es ya una sucesión de clanes, milicias y servicios de seguridad, empeñado en sostener un Gobierno inexistente –la Autoridad Palestina– y manchado por la sombra de la corrupción.
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Juan Carlos Escudier
Aunque en un primer momento haya podido sorprender el alentador resultado de la reunión de hoy en Moncloa entre Zapatero y Rajoy, con sus cantos a la unidad contra el terrorismo, su camisita y su canesú, podría decirse que la respuesta estaba escrita en el viento, que diría Bob Dylan. En definitiva, que ha ocurrido lo previsible. A Zapatero le interesaba presentarse como el sheriff más temible al oeste del Jarama, como un tipo implacable, como ese bambi de acero que, a partir de ahora, provocará temblores en los cuartos traseros de José Ternera y demás manada; Rajoy, por su parte, buscaba la imagen de padre comprensivo ante el hijo descarriado, de patriota –de hojalata o hierro fundido- que si no canta el himno es porque no tiene letra pero que lo tararea apasionadamente, de estadista que, ante la amenaza etarra, corre en ayuda del Gobierno aunque sea con la nariz tapada.
Como el camino que uno y otro tenían que recorrer en direcciones contrarias era considerable, se han encontrado en un punto mientras uno iba y el otro venía, que con las elecciones generales a tiro de piedra estos paseos son obligatorios. ¿Quiere esto decir que estamos ante el acuerdo definitivo y que, partir de ahora, PSOE y PP irán de la mano en alegre compañía? Pues no, pero hacía falta esta fotografía para que las futuras acusaciones de deslealtad tengan más fundamento.
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Manolo Saco
Como no tengo alma de profeta del Apocalipsis, me encanta fracasar en mis predicciones catastróficas. O quizá la reunión de marras no salió tan mal como vaticinábamos los pesimistas gracias a que Mariano Rajoy es capaz de cualquier cosa con tal de llevarnos la contraria. Gracias, jefe de la oposición por llevarme la contraria. Que dios te guarde muchos años como jefe de la oposición.
Si la reunión entre Rajoy y Zapatero nacía con muy malos presagios bajo el brazo, reconozcamos que terminó de manera muy rara. Mariano Rajoy se largó a dar la rueda de prensa a su refugio madrileño de Génova 13, y no abrió la boca sin antes consultar con sus colaboradores lo que tenía que decir. Aunque el encuentro se desarrolló sin testigos, necesitó de sus asesores de imagen y estrategas en la sombra para conocer qué le había parecido la reunión a él mismo. Fantástico. ¿Y qué dijo al final? Pues se atuvo a un guión medido, escrito muchas horas antes, sin duda. “Ahora toca actuar” (…) “La prioridad es la derrota de ETA” (…) Así que “yo apoyo al gobierno para derrotar a ETA”. Esa ha sido la muletilla diseñada por el gabinete de imagen del PP, el apoyo para derrotar a ETA, que repitió media docena de veces, como dando a entender que al gobierno socialista no le interesó nunca derrotar a ETA.
Rodríguez Zapatero, el otro contertulio, estaba en paradero desconocido. En vez de salir a dar la cara y que todos pudiéramos leer entre líneas su lenguaje corporal, además del escrito por sus correspondientes asesores, envió para hacernos un resumen de sus impresiones, como hizo dios con Moisés (cito a dios por segunda vez, ¡voto a dios!), a su vicepresidenta primera, quien, al igual que los asesores de Rajoy, tampoco había estado en la reunión. ¿Cómo habrá sido este encuentro que ni ellos mismos se atreven a explicarlo en caliente, de forma espontánea, sin notas manuscritas, sin antes consultarlo y meditarlo con sus intermediarios y asesores?
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Iñigo Sáenz de Ugarte
Un aniversario de los que no llaman la atención, pero que merece la pena recordar. Hace dos años, Dick Cheney dijo en televisión que la insurgencia iraquí estaba en sus últimos estertores. Desde entonces, 1.799 soldados norteamericanos han muerto en Irak y 12.378 han sido heridos. El número de iraquíes muertos se cuenta por miles.
Evidentemente, cuando Cheney hizo ese pronóstico lo que quería decir es que los medios de comunicación estaban manipulando la realidad al no ofrecer a su audiencia los evidentes progresos obtenidos por las tropas de su país.
Él sólo estaba haciendo un análisis claro y preciso. Y como él, tantos otros.
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Juan Carlos Escudier
El icono de la izquierda abertzale ha dejado de ser el cuarto espacio intercostal del malnutrido De Juana, que engorda y pasea con regularidad kantiana, y su lugar ha sido ocupado por la silueta de una abuela asaz revolucionaria que se llama Cristina, o sea Kristina, que es la que preside puño en alto todos los carteles electorales de Acción Nacionalista Vasca (ANV). La señora en cuestión, al parecer, es la madre de Pakito Arriarán, un etarra, sobrino e hijo de pelotaris, quien, después de escapar de un cerco policial, viajó a El Salvador para hacer la revolución con el FMLN. La leyenda abertzale cuenta que, rodeado su grupo por el Ejército, el héroe vasco convenció a sus compañeros para que le dejaran atrás con unas pistolas y una granada y escaparan. Pakito murió acribillado a balazos en septiembre de 1984 y ocupa ya un lugar preferente en el panteón de gudaris ilustres.
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Arsenio Escolar: “Con las elecciones a sólo 13 días, algunos miembros de un gobierno de cierto peso (local o regional, no os lo diré) están nerviosos. ¿Temen un escándalo? ¿En los periódicos o en los juzgados? Lo ignoro. Pero lo cierto es que llevan unos días usando el móvil temerosos de tenerlo intervenido. El de siempre lo llevan consigo, pero cuando te lo cogen te dicen que te llaman en un momento. Y lo hacen, sí, pero desde otro móvil. Me cuenta un alto miembro de la misma administración que han comprado unas cuantas tarjetas prepago. No he podido verificarlo.”