1. Rubalcaba se convierte oficialmente en el nuevo candidato socialista a la presidencia del Gobierno con muchos gestos para la izquierda y una nueva definición, un nuevo lema: “Ambiciosos y realistas”. “No podemos prometer aquello que no podemos cumplir”. Es un intento por conjugar su presente como candidato con su pasado como miembro del Gobierno que, en mayo de 2010, viró 180 grados por la presión de los mercados. El discurso ha sonado convincente, a pesar de esa clara contradicción entre sus propuestas y lo que ha hecho el Gobierno en el que hasta ayer era vicepresidente primero.
2. Las propuestas son, eso sí, muy interesantes. Ha defendido recuperar el impuesto del patrimonio para las grandes fortunas (a favor, aunque conviene recordar que fue el PSOE quien lo eliminó). También ha insinuado un impuesto a los beneficios de la banca, aunque con una frase un tanto difusa (“pedir a bancos y cajas que destinen una parte de sus beneficios a la creación de empleo”). Se ha negado al copago sanitario y ha abogado por perseguir los paraísos fiscales y regular los mercados financieros con la ayuda de Europa.
3. Rubalcaba también ha tenido más que guiños con las protestas del 15-M (lo cuál demuestra, una vez más, el éxito de este movimiento que está logrando marcar la agenda y el discurso político). Ha propuesto abrir dentro del PSOE, en la conferencia política de después de verano, un debate para proponer una nueva ley electoral. “A mí me gusta el sistema alemán”, ha defendido. Es un modelo electoral muy interesante, con dos votos: uno para la lista y otro para el candidato.
4. Apenas ha habido palabras para el PP o sobre el PP de un Rubalcaba que ya ha dicho internamente varias veces que “hay que hablar menos de ellos”. En las últimas décadas, desde el “doberman”, la oposición a la derecha ha sido uno de los principales aglutinadores del voto socialista. El PP ha estado siempre muy presente en las campañas electorales del PSOE: la izquierda indefinida y con vocación mayoritaria contrasta mucho más cuando se opone a la derecha nítida. No creo que este argumento vaya a desaparecer completamente del discurso del PSOE, pero parece que Rubalcaba no quiere hacer de él su eje fundamental.
5. Sí ha tenido Rubalcaba una parte de su discurso que podría firmar en su letra (que no sé si en su espíritu) Mariano Rajoy: aquella dedicada a los “emprendedores” por los que dice estar dispuesto a “partirse el pecho” y para los que propone ayudas fiscales. Me llama la atención esa distinción entre “emprendedor” y “empresario”, ahora que la segunda está tan cargada de connotaciones negativas. Probablemente Rajoy y Rubalcaba discreparían sobre la definición de ambas palabras, que parecen sinónimos sin serlo.
6. No hay otro político en activo en España con la oratoria de Alfredo Pérez Rubalcaba. Es de los pocos que no parece hablar en borrador o que no recita impostado, con pausas que jamás haría en una conversación. Por el tono, ha parecido un mitin sin papeles, cuando es evidente que era un discurso muy medido y trabajado. En la forma, ha estado excepcional, especialmente si lo comparamos con cualquier discurso de Mariano Rajoy y sus latiguillos “como dios manda”.
7. ¿Hay partido entre PSOE y PP? Sigo pensando que es tremendamente improbable que Rubalcaba sea capaz de recuperar la enorme distancia en las encuestas que separa a ambos partidos, aunque el discurso de hoy sirva para transmitir moral a los desanimados militantes socialistas. Sí tengo clara una cosa: no me pienso perder el debate de Rubalcaba con Rajoy. Va a ser tremendo.